Con el corazón en la garganta.
Esto de hoy, esto, está dedicado a los viajeros de sí mismos, a los que
transitan por esas interminables distancias interiores, esos que nunca llegan a
su propio destino, que siempre están detenidos en andenes intermedios entre la
salida y la nada, entre ser o haber sido, entre recuerdos y el tiempo
escapándose de las manos que acunan el vacío, dedos que señalan la inmensidad,
lo que siempre está más allá, inalcanzable, el miedo a que todo termine antes
de llegar, antes de ser, antes del orgasmo o el viento, antes de conocer el
verdadero rostro del alma, de la belleza, de romper los espejos, de refugiarse
en ruinas, en palacios vacíos, en carros de gitanos volcados en carreteras con
barro y perros ladrando en los caseríos, gatos junto al fuego, ancianas que nos
miran con zarcillos en las orejas, con una maldición en la lengua, con un gesto
de cruces e intermitencias, lejos de lo conocido, lejos de la historia, de lo
que antes, del sí, de haber salido de México y llegar a Brasil, de un pueblo
perdido en la meseta castellana, rumor de polvo, zorzales colgados de los
alambres, vencejos acariciando los arroyos, un hombre de uniforme revisa las
entradas, un hombre ciego ve el futuro, una mujer lleva en su seno la promesa
del cambio, de lo que tú no has podido ser, de los inventos, de higrómetros y
cachivaches, de melenas sumergidas en una corriente de tiempo y viento que nos
abandona justo allí donde confluyen las líneas que delimitan la impotencia y
subir y bajar a vagones huecos, ventanas cerradas, calefacción para el invierno
y carbón desgranándose por vías y vías, hierro y madera, minutos triturados, la
muerte agazapada en los túneles que nos atemorizan, nunca entramos a los
túneles, saltamos en marcha, nos golpeamos con rocas y peñascos, con carteles que dicen “menos uno, menos
dos, menos tres...”, nos engañamos, nunca llegaremos, más o menos, no
importa ya ahora que Souad Massi canta en una lengua que no conozco pero que
siento creciendo en una memoria antigua, ahora que sobre la cama están
extendidas mis pobres pertenencias, lo elemental para salir a caminar, a
conocer (me), a intentar saber que más allá de la piel, del ombligo, hay otros,
iguales, algunos mudos, algunos expresándose con gestos, con silencios, iguales
dije, no, superiores, con la mirada limpia, sin subterfugios, sin capotes rojos
para citar al toro del miedo, al furioso animal que nos hacer hablar en este
zoco absurdo sin visitantes, con apenas doce nombres escogidos, arriba y abajo
en la espera del este casi final de octubre con inundaciones no sé dónde, ríos
desbordados, otoño loco con espías
rusos, o chinos, tantas cosas ocurriendo en el mundo, la mayoría pasan tan
lejos que parece que no pasan, pero pasan, la diaria ración de muertos –seres
como usted, como yo-, el sufrimiento, la doble soledad de la incomprensión, el
absurdo dolor que nadie detiene, palabras, juntamos palabras, estas ventanas de
internet nos permiten decir (¿nos?) cosas que antes nos callábamos,
comentábamos a los íntimos ¿aún quedan íntimos?, la vida sigue, no
queremos morirnos, es igual nuestra edad, nos aferramos a la vida a pesar del
dolor, de momento les pasa a otros, una vez estuve allí, yo era el visitado, me
miraban los familiares con gesto incrédulo –pues no parecía...- me
miraba a mí mismo con resignación, con miedo, esa es otra historia ¿aprendí?,
¿he aprendido algo?, ¿qué hacemos aquí usted y yo? intercambiando fragmentados
discursos llenos de buenas intenciones y vacío, palabras, metonimia, hablar,
sin conocernos, sin saber, aquí está mi mano, beso la suya, cada uno de sus
dedos…
Lo dije aquí, escribir no es vivir. Vivir es salir ahora a la calle y estar con los otros.
O no, yo qué sé…
Mientras tanto mañana también dejaremos aquí apenas unos gramos de esperanza, de palabras engarzadas, de susurros enmascarados, de mentiras disfrazadas. Etc…
2 comments :
Un volcán de letras claras! Y esas imágenes a su vez. Es difícil claridad en estos tiempos. Y lo has hecho de un plumazo!!!
Encarna C siempre eres muy amable, muchísimas gracias
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