Parker y su vida.
La mano se extiende,
pero a mitad de camino
a detiene una imagen.
Y se marcha entonces con ella,
no para poseerla
sino tan sólo para entrar en su juego.
La mano ha comenzado a enamorarse en el camino
y así la posesión y el don se le escapan.
La mano ha cambiado su destino
por un vuelo que no es el vuelo del pájaro,
sino un abandono a las mareas que no tienen costa
o a los desequilibrios de una sabiduría diferente.
La mano ha renunciado a su objeto
y ha adquirido el valor de su distracción.
La mano ha renunciado a salvarse.
Roberto Juarroz.
Parker no tiene demasiada imaginación.
Por eso desde la cama inventa su propia vida.
O lo intenta.
Desde el principio.
Sin duda mezcla lo que fue y lo que no pero algo
sale en limpio.
Se miente lo suficiente para no ser aburrido, incluso
a veces encuentra la poesía que hace que merezca la pena su búsqueda no
prescrita, su búsqueda.
Quiere contarse una infancia feliz, quiere que
el recuerdo de su infancia sea de felicidad; lo fue, así lo siente en lo más
hondo de la memoria de su alma.
Puede acogerse al cariño de su numerosa familia
del que solo excluye a una prima lejana que abuso de su candor cuando tenía
apenas diez años. También los juegos con los primeros amigos en la calle o entre
los helechos de los montes de alrededor de un barrio que era acogedor,
protector, estricto, con una moral abrasadora para algunas cosas y demasiado
tolerante con otras, visto desde hoy, un absurdo.
Se abriga en el amor inmenso de su madre, en el
de sus dos abuelas, incluso en el de la bisabuela que conoció. Lo de los
hombres, su padre, sus abuelos, era otra forma de amor. Luego estaba lo de sus
muchas tías y tíos, jóvenes, todos aún solteros, le cuidaron y le enseñaron, le
quisieron, cada uno de diferente manera, ellos estaban empezando su propia
vida.
Tanto amor no quiere decir que Parker no guarde momentos tristes, no, tiene sobre todo
uno perfectamente ordenado, clasificado, sabe qué ocurrió, quién fue, quienes
fueron, les ha perdonado, incluso a lo largo de su vida ha tenido relación con los
autores. Quizás otros no recuerden, él sí, no es rencoroso pero tiene memoria, quiere
aclarar aquella muerte que le obsesiona, que le desvela, que a pesar del tiempo
transcurrido vuelve una y otra vez a su cabeza, le atormenta.
No se atreve y por eso desde la cama recurre a
la imaginación.
Ni más ni menos.
Cuéntanos, Parker, cuéntanos.
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