El vacío.
Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y que no veremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y del término, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo
esta meditación es un consuelo.
J. L. Borges
El vacío.
Llueve sobre la calle de los carpinteros palestinos y hay un mañana de fecundas respiraciones entre los intersticios de las piedras que forman un jeroglífico de calamidades selectas, las de ayer están arrumbadas en una esquina del moribundo invierno. Desobedezco a la nostalgia fiera, a los ruiseñores de placenteras melodías y busco calor entre lo artificial y los semejantes, entre el ya te lo dije y la desobediencia de labios y rencores no satisfechos.
Siempre hay un espacio para la melancolía bajo las tejas mojadas de las universidad y los símbolos y el almacén de espejos y los caballos entre la niebla y la ciudad dormida a partir de las nueve de la noche, un espacio importante y austero con ojos que se multiplican y miedo y tungsteno y el cansancio de la adivina y las sierpes y el loco que predica por los callejones de la soledad y el fuego que consumirá todo ello.
Camino sobre insectos que crujen bajo mis pisadas que se orientan en un laberinto de almacenes con botellas de líquidos verdes, mágicos, con destellos de flúor, hay una duda tendida en la mitad del pasillo doce, quizás sea el quince, hay un delirio de voces que elogian el intento pero no el resultado, hay un camino de oídos sordos, hay la ambición de continuar, veloz.
Es decir, la búsqueda en el vacío de Oteiza, otro día de palabras brizando en el cuenco de la mano, hoy, nuestra única fortuna.
(De Oteiza)
2 comments :
Hoy tan solo me empatizo,
y te dejo un besín por tocarme la fibra y darte las gracias por este texto.
;-)
Al fin algo tan obvio como el seguir oyendo llover y que retumbe en los inoperantes oídos sordos los sempiternos "ya te lo dije".
Si me acercas la mejilla, prometo no manchártela.
Mánchame, empatizada LA ZARZAMORA que estoy harto de limpieza de alma y cuerpo, con tanta lluvia relucimos como niños retozando en la playa de los días. Algo así. O no. esto se ha convertido en un trabajo delicioso donde a veces llegan agradables sorpresas como esta, muchas gracias. Un beso limpio, ya que estamos.
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