viernes, 16 de noviembre de 2012

Teoría de la nada y así sea.


Dino Valls

Un día uno cae en la cuenta que esto es nada, que´s una actividad con oficio, quizás, sin beneficio, seguro, un espacio en el que uno es su propio padre, aprendiendo del error de estar, alimentándose del ego y las migajas de Lázaro y la plañidera que sigue a los caballos negros con penachos como flores de pascua.

Hace ya, uno era un ferviente lector de Julio Cortázar que escribía cosas como “Aunque todos los gatos sean teléfonos, todos los hombres siguen siendo unos pobres hombres”. Hoy, uno todavía se come Rayuela para desayunar, comer y cenar y le queda espacio para la merienda. Respetaré a quién no le guste y malheriré a quién diga que ¿Qué?

Un año, este, uno está en el extremo de una autopista, listo para empezar a caminar por un país desconocido pero cierto, con el mismo equipaje o desnudo, preparándose en cuerpo y alma para, en mayo, emprender el viaje espiritual desde San Jean de Pied de Port a Finisterre, aunque, quién sabe cuándo llegará la primavera en este otoño agitado y lluvioso, quién sobrevivirá en esta absurda carrera de los días.

Debo seguir pero una voz me dice que esta ficción diaria encierra demasiada verdad, la impotencia de no poder saltar la valla, de tanto por decir y lo exiguo de lo dicho, de callar por incapacidad y miedo y sueños rotos y hambre de ternura y sé que alguien intuye que estoy hablando de esa nada que nos envuelve como un pesado manto de niebla en el que solo vemos  nuestra propia soledad y la mirada al infinito.



Antes sentía cosas así:

Dibujar con tiza pájaros azules, dejarlos volar por las paredes. Entrar con ojos limpios en la noche, dentro de la noche está una verdad. Mañana es esperanza.
Cubrir con lonas oscuras a los muertos inocentes, quemar palomas en su homenaje, gritar hasta que la garganta sangre. Gritar dignidad y hambre y miseria, cortar el cuello del universo, descuartizar la primera idea.
Estar triste, es decir, estar. Romper el silencio, ser el silencio. Este soy yo. Hablo. Ser todo. Ser. Rasgar la cortina y mirar a otro. Ser Otro, Otros. Cumplir el ciclo, luego morirse.
Llegar a ser el que eres. Inocencia perturbadora, la vida en las palabras que no viven. Decir lo que no dicen. Miedo. Miedo. Miedo. Apenas queda tiempo. Digo tiempo y digo no soy. Digo tiempo y digo miedo. Digo miedo y digo el poema. Escribo el miedo y el poema.
Después la tarde cae como una bestia pacífica, enorme, bamboleándose por el camino a ninguna parte, la veo desde la ventanilla del carruaje que me lleva a no sé dónde. Los ojos en zozobra. El viento en la frente. Embriaguez de frutas Agujas enhebradas.
Anochece.
He perdido la mirada, he perdido la palabra.
No sé volver.

Es posible que deba volver a enamorarme, a rondar la frontera de lo prohibido, a beber con los del extremo de la barra, a pegarme con lo razonable, a ser el que un día se rompió la cabeza, el alma y la esperanza tratando de encontrar hasta lo que no había perdido, lo que tenía. Prometo volver a contar lo que sí cuando suenen las campanas de la melancolía en las pálidas horas de la noche, y dejemos aquí, por hoy, esta larga cambiada, un día más. Perdón.



2 comments :

Magnolio dijo...


No sé qué decirte ¿Alborotar de nuevo los armarios, escribir con sonetos, despegar lo cotidiano, pensar en otra piel?


No sé, no sé…

Pedro M. Martínez dijo...

Magnolio del trópico de Capricornio, Miller (Henry) y tú escribís debajo de una mesa y los escarabajos se han rebelado, Simón y (Garfunkel) cantaban los sonidos del silencio cuando las parejas (tríos a veces) se amaban en los coches de cristales empañados sobre los riscos de Aixerrota y algunos mirones enfermos espiaban entre la niebla, perros negros como espíritus de la venganza mordían nuestra nuca cuando nos arrepentíamos de caminar por la línea prohibida que iba desde ahí hasta quién sabe dónde (lo supimos después) y ni siquiera teníamos armario ni recuerdos que guardar, stop.
Quiero alborotar todo, ponerlo del revés, que me suba la sangre a la cabeza, que fluya la sangre (solo por dentro de los cuerpos, sin derramarla), despegar lo cotidiano hasta hacerlo nuevo, no pintarlo por encima, no, descubrir el más allá, lo nunca visto, mentir si fuera necesario, te amo, eso se lo dirás a todas, sí, se lo diré, y a ti, total nos vamos a morir igual, ¿pensar en otra piel?, yo qué sé, en otra piel he sido feliz (y en la mía ¿eh?), y en esa que no dices, y en esas que no sabes, stop..
Ya he caminado ni sé cuantos kilómetros esta mañana, el día es magnífico, el cielo azul, vuelvo a las calles. Gracias, vida. Un beso.

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