Mi nombre es
Mi
nombre es…bueno, ya me conocéis, estoy por esta esquina cada día. Hoy voy a
contaros el día en que casi me muero. No exagero. No fue el alcohol. No fue el
humo, no. No fue el desdeñoso podemos ser
amigos de Julia. No sé si fue un
bicho malo, mierda, algo así fue.
Resulta
que andaba normal, cantaba entonces aquello de "Para
ver el mundo en un grano de arena / y el cielo en una flor silvestre / abarca
el infinito en la palma de tu mano / y la eternidad en una hora." que no
es de Blake (William) sino de Dylan (Bob) pero al intentar subir corriendo a mi
casa, vivo en un quinto piso, como cada día, en el cuarto escalón desfallecí,
me faltaba el aire, me senté en la escalera, resollando, maldición, estoy viejo, pensé, y subí pasito a pasito.
No le di más
importancia. A lo largo de la semana me sentí cansado y melancólico, apático.
La gripe, me decía. Mierda, tenía partido el domingo. El viernes fui a
trabajar, con el camión. Al mediodía sentí que me faltaban las fuerzas. Entre
al bar donde suelo comer. Entré al wc. Luego caí entre nubes. Calor en la nuca.
Cabalgaba en un paisaje verde. El viento me agitaba los cabellos. Desperté en
el suelo, ovillado, sudoroso. Recuerdo después la sangre y un fuerte olor a
miedo. Alguien tocaba la puerta. ¿Te
encuentras bien? La ambulancia. ¿Me
das la mano? Aquella enfermera rubia
de generoso escote. Tranquilo, enseguida
llegamos. No sentía nada, dolor ni nada de eso, solo miedo. Apenas podía
levantar los brazos. ¿Qué me ocurre?.
La rubia, estamos llegando, no te alteres. Mierda, ¿eso era morirse?
Llegados aquí, la
verdad, debo decir que no recuerdo si morí entonces o no. Es lo que tiene
llegar a una edad avanzada. Vi la luz blanca.
Se me apareció un hombre/mujer que me llamaba con voz obscena. No era la
ginebra. No contaré lo de las máquinas ni los tubos que me metieron por la
garganta, los pinchazos en los brazos, vivía colgado a una máquina, a varias. La
rubia no volvió a aparecer. Una monja sí, dos, varias. Hicieron con mi cuerpo
lo que nunca nadie había hecho antes. Aún así no me aficioné, creo. Había
perdido toda la sangre, unas úlceras sangrantes, me dijeron. No sé si antes de
morir o me enteré luego. En resumen, mierda, que me atendieron bien. Julia no
apareció por el hospital.
Ha pasado un año, o
dos, o doce, yo qué sé, no recuerdo quién soy, mucho menos quién era, escribo
esto para recordar, hago esfuerzos por recobrar la sonrisa, la ceja levantada,
la ironía pero solo me sale esta mueca, este farfullar sin medida ni demasiado
sentido. Perdonar. Quizás esto lo está escribiendo otro. Mierda, yo qué sé, ¿de
qué color se escribe desencanto?
1 comments :
El mismo color que esperanza. Que como era verde se la comió un burro
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