No llueve
«Habito la más honda claridad
del sueño o de la muerte»
Antonio
Agudelo
No llueve, no llueve desde hace semanas, pero Parker busca a Marie bajo una cornisa de comprensión,
under the boardwalk, ahí, al lado del
paseo, junto al mar, escucharlo siempre le reconforta, aunque no haya nubes y a
él le gusten las tormentas y esa resaca que se come hasta a las gaviotas del
atardecer, cuando están desprevenidas y
son
días de celebraciones, de vuelta a casa, quién la tenga, también quizás, de
pensar eso de quién es, dónde va, de dónde viene, Parker duda que haya más
preguntas mientras por delante se
presente un camino de días monótonos o alegres, carpe diem, porque cuando
excepto
cuando Marie pone su voz del otro lado, de su zona oscura, cuando con ese tono
seductor le alborota entero, le disturba, le conturba, le sube la temperatura, le
deja hipnotizado por su belleza, le atrae como a un animalillo deslumbrado en
mitad de una carretera oscura, mirando los faros de ese coche (ella) que, sin
duda, le va a atropellar, sin remedio
Marie
mira por la ventana y ve la espuma, a veces náufragos, veleros casi hundidos,
cormoranes volando bajo y unos ojos que le miran desde el espejo. Llega a la
certeza de que Parker no es el centro del mundo, que los planetas de la
salvación no pasan por sus órbitas. Entonces
las estrellas de la alegría brillan sobre su cabeza y sonríe porque recibe
cartas de amigos de la infancia, como si dijera, que le escriben bajo la lluvia
de otros países, que le mandan mensajes dentro de imaginarias botellas y no esperan
los suyos sentados en islas sin
palmeras, con señores vestidos de negro que llenan sus sueños nocturnos con
extraños circunloquios, con subconscientes culpables y realidades que no son,
cosas de los sueños, ganas de dar vueltas a la noria justo antes de pensar en
los
dos saben que no se convienen (cuantas veces se han dicho eso), pero se hacen
la vida más vivible, más emocionante, más dulce, más digna de ser vivida. De
forma absolutamente insospechada, cuántas cosas han compartido, sentido,
gozado, conocido, descubierto dentro de ellos, cuantas emociones, sentimientos,
cuantos misterios, milagros, capacidades, posibilidades, potenciales. Marie no sabía que podía ser
multiorgásmica, ni quitarse la ropa tan rápido delante de un hombre y no morir
en el intento, que amar es bello y que el deseo
puede borrar versículos enteros de su cabeza (esos que tenía tan
grabados y que reaparecen cada poco) y que
entonces
fue lo del terremoto emocional y tantos daños en personas, tantos daños
materiales
y es que los hombres y mujeres proponen y la
Madre Naturaleza dispone hasta que
«¡Cállense los hombres que aúllan y devoran y
que la palabra vuelva a
ser suavidad manjar celeste
abismos que se transparentan en la altura!»
Antonio
Agudelo
Ilustraciones : Pep Montserrat
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