Ustedes tendrán cosas que hacer
“Canta
un pájaro por ellos. Adiós.
Adiós.
Memoria de otro tiempo. Adiós.
Cierran
el libro que abrieran tantos años
a la
vida. Y, con lo que callan,
zurcen
la letra de un mortal silencio”.
Gaspar Moisés Gómez
Un día era no sé qué y al día siguiente desperté
siendo no sé cuantos, qué cosas, una metamorfosis, un brusco cambio, así, sin
comerlo ni beberlo, brussssspp, que me miro al espejo y no parezco el mismo, ya
no sé qué es el mismo, que en los papeles pone otro, en esos papeles que enseño
en mostradores interminables, le falta una firma, le falta una póliza, usted
mismo falta y me dan ganas de volver con el piano y cantarles esa de Good Golly
Miss Molly, la de Suzie Q que era/es muy larga, cansina, que la bailaba subido
en aquel andamio moderno, de colores, con gogos que enseñaban el ombligo, como
ahora en los blogs, que tantos enseñan sus ombligos emocionales enroscados en
su mismidad, laberinto implacable del yo, mí, me, conmigo, contigo aprendí que existen nuevas y mejores emociones, que cantaba
el trío los Panchos, creo, que hay una época que se me ha borrado, desde que
soy culto solo leo a Walter Benjamín y a Quignard,
que la mayoría de las veces no les entiendo nada pero, ay amigo mío (con
perdón), no sabe usted lo que farda llevarlos debajo del brazo (a sus libros, a
ellos no) y eso, que es lunes y ustedes tendrán cosas que hacer. Hasta mañana
si Dios quiere (y si no quiere, también, que decía el maño).
La superioridad con que la historia cultural suele presentar sus contenidos es una apariencia que deviene de una falsaconsciencia. El materialista histórico adopta una actitud bien reservada frente a dicha historia cultural. Para justificar esta actitud, basta solamente con echar un vistazo al pasado: todo el arte y la ciencia que el materialista histórico perciba tiene sin duda una procedencia que él por cierto no puede contemplar sin horror. Pues todo eso debe su existencia no tan sólo al esfuerzo de aquellos grandes genios que lo han ido creando, sino también –en mayor o menor grado– a la esclavitudanónima de sus contemporáneos. No hay ningún documentode cultura que no sea al tiempo documento de barbarie.
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