viernes, 26 de mayo de 2023

The graduate one word plastics


La vida. Quince  años en un laboratorio. La reconversión. Queda usted despedido. Recién casado. Sin horizonte. Un amigo me ofreció dinero (solo uno, que recuerde ahora, no lo acepté, sigue siendo mi Amigo). Tiempos duros pero llenos de esperanza.

Ya no sabía a quién recurrir, mi preparación estaba volcada en la química. Recordé a un pariente (no diré el grado de parentesco) bien situado, bien relacionado. Le visité, le conté mi caso, mi agobio.  Como el señor Robinson me tomó del hombro y mirándome a los ojos me dijo, escueto “gas”. Ante mi mirada sorprendida añadió “gas, el futuro es gas”. Ahí terminó su consejo. No volví a hablarle, no recuerdo haber ido a su entierro.

Por concretar. No me dediqué al gas. La vida cambió a mejor pero esa ya es otra historia. La contaré cuando sea mayor.


2 comments :

Tracy dijo...

Una historia muy interesante y que da idea delo que son los parientes.

Pedro M. Martínez dijo...

Tracy, en las malas es cuando se aprende quienes son y quienes no.
Y aquel refrán de Dios aprieta pero no ahoga.
También lo de establecer de la necesidad, virtud.
Hay más enseñanzas que se aprenden cuando no queda más remedio y se aprende, vaya si se aprende.
Por suerte (para mí y los míos) la historia tuvo un inesperado giro de vuelta y todo terminó bien, como en las películas (currando mucho, nadie te regala nada, en fin)
Otro día, más.
Un abrazo.
Y muchas gracias

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