The graduate one word plastics
La vida. Quince años en un laboratorio. La reconversión. Queda
usted despedido. Recién casado. Sin horizonte. Un amigo me ofreció dinero (solo
uno, que recuerde ahora, no lo acepté, sigue siendo mi Amigo). Tiempos duros pero llenos de esperanza.
Ya no sabía a quién recurrir, mi preparación
estaba volcada en la química. Recordé a un pariente (no diré el grado de parentesco)
bien situado, bien relacionado. Le visité, le conté mi caso, mi agobio. Como el señor Robinson me tomó del hombro y
mirándome a los ojos me dijo, escueto “gas”. Ante mi mirada sorprendida añadió “gas,
el futuro es gas”. Ahí terminó su consejo. No volví a hablarle, no recuerdo
haber ido a su entierro.
Por concretar. No me dediqué al gas. La vida
cambió a mejor pero esa ya es otra historia. La contaré cuando sea mayor.
2 comments :
Una historia muy interesante y que da idea delo que son los parientes.
Tracy, en las malas es cuando se aprende quienes son y quienes no.
Y aquel refrán de Dios aprieta pero no ahoga.
También lo de establecer de la necesidad, virtud.
Hay más enseñanzas que se aprenden cuando no queda más remedio y se aprende, vaya si se aprende.
Por suerte (para mí y los míos) la historia tuvo un inesperado giro de vuelta y todo terminó bien, como en las películas (currando mucho, nadie te regala nada, en fin)
Otro día, más.
Un abrazo.
Y muchas gracias
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