domingo, 30 de enero de 2022

De hospitales.



Cuando un teléfono suena de madrugada es que algo va mal.


Y así, salir a las calles del sábado con noctámbulos alborotadores, algunos orinando en las esquinas, otros abrazándose en los portales intentando no pasar la noche en soledad.

Mientras, la ambulancia corre hacia el hospital.

Tres ancianas, hermanas, dormitan en la sala de espera de urgencias, sus cabezas bambolean en equilibrio imposible, en cualquier momento pueden caer redondas bajo el televisor que intenta, a gritos, vendernos pantallas de plasma y peladores de cocina.

Médicos, enfermeros, “vamos a subirle a planta”, una camilla y luego silencio.
La noche se ha hecho más noche y el sueño se ha ido.

Ahora es domingo, el sol entra por el ventanal de la habitación, el oxígeno borbotea y el enfermo respira tranquilo.

Hoy es otro día.

4 comments :

nadie dijo...

Me he visto reflejado en tu personaje. Nunca duermo con el móvil en silencio precisamente por esas llamadas nocturnas y por tantas salidas intempestivas, a veces de acompañante en la propia ambulancia. Imagino que tu texto tiene una base de realidad detrás. En todo caso, si es así, que no sea nada. Un cordial saludo.

Pedro M. Martínez dijo...

Nadie, sí, tiene una base de realidad detrás. Lástima que no se puedan repetir esas salidas nocturnas. En fin. Un saludo agradecido.

Devoradora de libros dijo...

Espero que lo que sea, no sea grave.

Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Devoradora de libros, muchas gracias por tu interés. Procuro que lo que comparto aquí no sea mi vida real. A veces lo consigo. Esto me ocurría. Ojalá me siguiese ocurriendo todavía. Ay. Un abrazo.

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