sábado, 2 de enero de 2021

Mujer/Planeta (1)

 


Empecemos por el principio.

Fin.

The end.

Es un juego, uno escribe Mujer y otro deja pasar la vista por encima como quién va a buscar caracoles después de la lluvia. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. . Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Etcétera. Hasta que uno/a lee Mujer y entiende, lo siente, lo sabe en su sangre, en la aorta, en los nervios entrelazados al músculo, ahí donde los antiguos decían que convergían la emoción,  lo desconocido, puede palpar la palabra y su cuerpo, identificarse. Mujer, ahí es nada, cinco letras, solo, todo, principio. Amaso con mis torpes manos el barro de no saber pero lo sigo intentando hasta romper la cáscara del que soy. Sí, es emocionante este juego.  


10 comments :

Moony-A media luz dijo...

No es mío el poema.

La mujer que camina delante de su sombra.
Aquella a quien precede la luz como las aves
a las celebraciones del solsticio.

La que nada ha guardado para sí
salvo su juventud
y la piedra engarzada de las lágrimas.

Aquella que ha extendido su pelo sobre el árbol
que florece en otoño, la que es dócil
a las insinuaciones de sus hojas.

La mujer cuyas manos son las manos de un niño.

La que es visible ahora en el silencio,
la que ofrece sus ojos
al animal oscuro que mira mansamente.

La que ha estado conmigo en el principio,
la mujer que ha trazado
la forma de las cosas con el agua que oculta.

Rosa Mª Villalta dijo...

Hermoso juego y, sobre todo, hermoso su fin.
Gracias Pedro M.

Saludos

Pedro M. Martínez dijo...

Moony-A media luz, muchas gracias, un precioso poema de Basilio Sánchez, el mismo que decía «La gente reniega de la ternura, el silencio y la soledad, pero las desean en secreto».
Mi regalo es este, fuerza y alegría para empezar el año: https://www.youtube.com/watch?v=BVRVrUqA8yI
Un beso de enero.

Tempero dijo...

Hombre, Pedro, Mujer es un espacio infinito, con sarmientos de por medio.

Pedro M. Martínez dijo...

Rosa Mª Villalta hermoso y peligroso. Conozco a quién se ha perdido en él como en un laberinto de emociones y se ha encontrado al otro lado de un espejo en el que ya nada era. También conozco a quien no ha vuelto. ¿Dónde se quedan los ausentes? Saludos de 2021

Pedro M. Martínez dijo...

Tempero, “La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda será culpa mía”
Y fin.

Tracy dijo...

Se. Entiende en los mismos centros.

Pedro M. Martínez dijo...

Tracy como decía el poeta, la cuestión no es entender, es sentir. Lástima, no pasa a menudo. Saludos nuevos de enero frío.
(Un día tengo que contarte de cuando me enamoré delante del Cristo de los Faroles)

Tracy dijo...

Quería decir "SIENTE" y cómo que no pasa a menudo?
Cuenta... cuenta... el lugar de esa plaza tan acogedora..., me lo creo.

Pedro M. Martínez dijo...

Tracy, No pasa a menudo que alguien sienta lo que escribes. O al menos que te lo diga.
.
Y dos, te cuento (de atrás hacia adelante).
.
Unos amigos vivían en la plaza de Capuchinos y yo veía al Cristo desde la ventana. También veía los esfuerzos de los costaleros arrodillados para que la Virgen no perdiese la cabeza al salir de San Jacinto, para que no se fuera de bruces por la cuesta del Bailío (3)
.
Estaba en un hotel cerca de la Tendillas y una tarde noche dije que me iba a ir dando un paseo hasta el Cristo de los faroles. No se lo recomiendo –me dijeron en recepción- está aquello lleno de picaítos y está peligroso. (2)
.
Joven, un chaval, estaba con un amigo tomando una cerveza en el Siena (¿lo recuerdas?). Teníamos que estar en Córdoba 10 días (no viene a cuento el motivo). Me comía el mundo. Le dije al colega, “a la primera chica guapa que vea le invito a cenar, si dice que sí pagas tú”, mi amigo aceptó. Como es lógico en Córdoba, no pasaron ni 20 segundos, sonaba la guitarra del carillón y por la esquina llegaron dos bellezas, hermanas. Me dirigí a ellas y no me quité el sombrero porque no llevaba pero les debí caer bien porque fueron tan amables que nos enseñaron Córdoba de norte a sur. Aquella misma noche, después de la cena que pagó mi amigo, Rafi (así se llamaba) y yo nos fuimos paseando hasta la plaza donde está el Cristo de los Faroles. Rafi, la noche, el olor a flores que llena la ciudad en mayo, el silencio, qué te voy a contar, se paró el mundo y quedé enamorado para siempre de Rafi Flores y de Córdoba. (1)
Mañana más.

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