lunes, 11 de enero de 2021

Poetas (3)

 


 Los poetas azules son gente creativa, van y vienen buscando la voz, la carretera al otro lado del monte, generalmente la encuentran a la tercera o la cuarta. Los poetas amarillos se dejan morder por perros de rutina y  pierden experiencias diversas, pañuelos en los autobuses y la virginidad detrás de una tapia de complejos y miedos. Los poetas verdes escriben con tintas invisibles que preparan ellos mismos con zumo de almáciga y pepino, son raros y no se entiende su letra de escarabajo.

Una ferretería es como una biblioteca de artilugios, ¿mande? 


18 comments :

Moony-A media luz dijo...

Me gustan los poetas azules, aunque haya muy pocos.

Luz dijo...

Son los biotopos, ¿sí?
Es muy interesante, los amarillos son la mayoría.
Los azules, los creativos dentro de la rutina.
Los rojos, los líderes.
Los blancos son muy pocos.
Y hay algunos poetas blancos que rondan por aquí.

Si no son los biotopos, ups. (Me escurro)
Saludos azules

Moony-A media luz dijo...

No creo que lo sean, Luz. Sólo salen los azules, los amarillos y los verdes.
Besisimos.

Luz dijo...

Ya Moony,los poetas verdes por la forma que los describe Glup, serían los alquimistas, entre los azules y amarillos con algunos toques de rojo.
Los poetas blancos, la mezcla de todos.

(Ay, me voy antes de que nos oiga Glup)

Pedro M. Martínez dijo...

Moony-A media luz, bienvenida, que peso me quitas de encima, que no tiene uno edad para disgustos (y para gustos, justo, justo). Tuve una temporada Neruda, me lo leí entero, obsesión, este señor escribía a veces cosas interesantes (otras, no). Viene esto a cuento porque termina un poema así “se sabe que el que vuelve/nunca se fue”. Pues eso, que no te has ido. Me alegro. Besos de lunes.

Pedro M. Martínez dijo...

Luz Lo siento, no sé qué son los biotopos, ni la fuerza centrípeta, ni el ocaso de los dioses. Escribo al azar, por si sale, los poetas, en principio no deberían tener color (excepto el de sus mejillas sonrosadas cuando reciben piropos de sus admiradores, lo que es un contrasentido porque un buen poeta debería ser humilde y silencioso como una ardilla y no exhibirse en altares ni escenarios). Si aquí, hoy, los pinto es para salir del paso diario, un ejercicio de paciencia para los visitantes ocasionales a los que agradezco su visita con mi boina en la mano, reclinando la cabeza y guardando sus saludos azules en una caja pintada y destinada a tal efecto. Gracias en varios idiomas.

Pedro M. Martínez dijo...

Moony-A media luz, lo siento, te toca: batallita. Tuve una novia (en realidad una amiga, yo la amaba pero ella a mí, no. Bien, esta dama, casi una niña entonces tenía dos singularidades, era bella y lista (quizás por eso no me hacía caso). En realidad tenía tres, era una puñetera (lo escribo con cariño), a las noches, en su portal, oscuro, en vez de dedicarse a lo que se dedican las personas de provecho (no todas, lo sé) me hacía preguntas por sorpresa, “¿La fórmula del ácido sulfúrico?” o “¿Qué es la eternidad? Y yo, que era un mozuelo apuesto, deportista, con flequillo y anonadado por aquella cara tan preciosa (qué guapa, era, que guapa) respondía “mande…”. Nunca llegamos a nada, por eso lo de los biotopos, la verdad, como si se operan. Besos en wi fi.)

Pedro M. Martínez dijo...

Luz pues mira, te había contestado y por esas cosas de la vida se ha borrado (#¬/¡^·\#). Había pillado ya el hilo del comentario a tu comentario y ahora se me ha ido la olla y ya no sé de qué hablo. Ommmmmm, me centro. Ah, sí, creo que te decía que los poetas son de todo menos de colores. Por ejemplo Gamoneda (admiro mucho la poesía de Gamoneda), cuando le he escuchado en alguna conferencia, después recitando y después hablando con él ¡es un triste! Vale que el hombre ha pasado mucho, que si tal y que si cual pero, leches, que son cuatro días y mira qué frío hace. Resumen, los poetas reales no tienen nada que ver con eso poetas de colores que yo cuento. Lo siento.
.
La memoria es mortal. Algunas tardes, Billie Holiday pone
su rosa enferma en mis oídos.

Algunas tardes me sorprendo

lejos de mí, llorando.

ANTONIO GAMONEDA
(Del libro “Arden las pérdidas”, Tusquets, 2003)

Pedro M. Martínez dijo...

Ah, por cierto, Moony-A media luz, aquella niña que me hacía preguntas hoy en día es una amiga íntima con la que tengo una magnífica amistad.

Lectora dijo...

No sé si se trataba de esto pero me quedo con los verdes. Primero porque me recordaron mí niñez cuando escribíamos mensajes con zumo de limón que aparecían al planchar el papel. Segundo, porque aprendí una nueva palabra, almáciga y tercero porque mi letra es de escarabajo. De los azules desconfío

Pedro M. Martínez dijo...

Lectora haces bien en desconfiar de los azules, suelen perder, aunque ganen. No sé si tú has visto jugar a cesta punta, verás, juegan dos parejas, una con cinturón rojo y la otra con cinturón azul. En Gernika por ejemplo. Los corredores de apuestas gritan “100 asulés” o “100 coloraos” y la gente apuesta y los cuatro jugadores le dan a la pelota a veces subiéndose por la pared izquierda del frontón (y eso es lógico porque no hay pared derecha, ahí está el público, los que apostamos o miramos. Y luego termina el partido, unos ganan y otros pierden, cada uno recoge sus ganancias (o paga sus pérdidas) y todos nos vamos a casa. Mañana más.

Lectora dijo...

He visto cortarse las yemas de los dedos a los pelotaris y apretar para expulsar la sangre y , así, la hinchazón.
Mi padre era aficionado.

Lectora dijo...

He visto cortarse las yemas de los dedos a los pelotaris, apretarse los dedos para expulsar la sangre y , así, la hinchazones.
Mi padre era aficionado aunque no en Euskadi.

Lectora dijo...

Perdón por la repetición.

Pedro M. Martínez dijo...

Lectora, exacto, eso es jugando a mano (ahora se ponen tanto esparadrapo que parece que llevan guantes). A cesta punta y a pala sufren menos las manos (aunque deben llevar casco para protegerse la cabeza) Algunos poetas también deberían llevar casco para que no se les escapen las ideas. Saludos.

Devoradora de libros dijo...

Entonces, una biblioteca de libros también podría ser una ferretería de manuales sobre cómo resolver problemas ¿no?

Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Devoradora de libros, bueno...depende. Una biblioteca es un templo y a veces te llena de problemas, te hace pensar, sentir, preguntarte. No sé yo. Tú te compras un martillo y ya (excepto que te des con él en un dedo). Te lees un libro y a veces te metes dentro y no puedes salir hasta que lo terminas (y aun entonces sigues ahí dentro).
Yo qué sé, a mí me pasa ¿ a ti?

Devoradora de libros dijo...

También me pasa Pedro.
Pero en mi caso los problemas que me «crean los libros los disfruto», no sé cómo explicarlo.
Igual es una relación tóxica, vete tú a saber. No me creo capaz de disfrutar del dolor que me produzca un martillazo, pero el dolor de una lectura está a otro nivel.
A no ser que el dolor sea por lo malo que es lo que estoy leyendo, claro 😆

Besos.

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