Desde el observatorio (3)
El rocío nos mordió de madrugada, los mastines espantaron el rebaño de goces, azafrán derramado en la mesa, flores secas y música ajada.
La estancia era dulce y transparente, sentí tus huesos acariciar los míos, te busqué el cuello con los labios y encontré la húmeda puerta de mármol, nos miramos y el vértigo nos anegó.
Lloramos de tan felices.
Agitabas pulseras en tus tobillos desnudos.
6 comments :
Debe ser hermoso sentir esa felicidad que inunda esos instantes.
Gracias Pedfo M.
Saludos
Otro maravilloso poema.
Eres un poeta...
Un saludo.
Rosa Mª Villalta lo es y es obligatorio contarlo.
Aunque no sea más que para compensar la tristeza del desamor.
Saludos
Moony-A media luz todos somos o podemos ser muchas cosas, la cuestión es ponerse a ello. Muchas gracias. Saludos
El ritual de unos pies tamboriles es un buen presagio para seguir am-andose hasta que la muerte los separe un incierto amanecer.
Yo también hasta podría quererte.
Es que te haces de querer, bandido.
LA ZARZAMORA vamos a ver si nos ponemos de acuerdo, hace ni sé los años quedamos en que nos queríamos y ahora sales tú con ese condicional - hasta podría quererte- así, de sopetón, sin tener en cuenta que uno es un bendito, un cuitao (que es como cuitado pero sin d) que se lo cree todo, o bastante, o algo, una pizca, que sé yo, pues vaya amor eterno, seguro que le quieres más a cualquier cantamañanas palmero de tu blog, pues yo así no juego, me bajo en la próxima (¿y usted?). Escribir es un puente que va desde la Torre Eiffel hasta más o menos tres metros bajo el agua de la Ría bilbaína, soy este submarinista que recoge tus misivas y las deposita en las escalerillas del Arenal (ná, un paseo provinciano, ya sabes, en los pueblos no hay mucho que hacer, pasear y eso). Pues eso, vamos a querernos que no creas que es fácil con la máscara y ahora con la mascarilla. Beso ploff.
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