miércoles, 17 de mayo de 2017

Parker y los perros ladradores y poco mordedores.



A lo lejos ladran los perros, despiertan a Parker.
Ahora no llueve.
La niña que un día plantó árboles en su cabeza ya terminó el quehacer.
La guardiana del bosque corta estrellas en finas rebanadas, las reboza y fríe, Parker es humilde y se las come sin rencor por si con eso puede adivinar que hay debajo de lo que dijo, de cómo lo dijo, saber sus motivos, los suyos por hablarle sin consideración, el porqué de los malentendidos que terminarán cuando vuelvan a verse.
A lo lejos siguen ladrando los perros, ahora no llueve.
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.

(Quevedo)


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