Carta de otro amante ingenuo.
Mi amada, tú eras en tanto que yo no era, me inventaba desde tu realidad, desde el acto de fe de saberte joven, cortaba las cintas de una meta imaginaria a la que llegaba exhausto, pero llegaba, atravesando un bosque de lobos, bebiendo en arroyos grises, ninfas bailando entre los troncos de los olmos, homenaje a tu belleza inextinguible, pánico de tu ausencia, viajes en una caravana de mercaderes de seda, arena, barro, piedras, mis caballos siguiendo la Cruz del Sur, mi guía, la aguja de la brújula señalándote, eras mi eternidad.
Perdone, esta carta ¿es para su amante?
Pues sí.
Esto…disculpe, no sé cómo decírselo.
¿A qué se refiere?
Alicia ya no vive aquí.
¿Quién es Alicia?
Su amante ¿no?
Usted me confunde.
Seguro.
Yo soy aquel.
Ah.
Y todo se funde en negro y no tiene sentido escribir estas cosas mientras luce el sol y la realidad se esconde bajo las piedras como un alacrán herido, vengativo, esperando la mano ingenua del amante ingenuo, una mujer leyendo la tenue poesía de su soledad, reforzando las cursivas, la gloria efímera, el tiempo, el despertar, los sueños, tu voz, mi amada, vivía en tu voz.
Y así
1 comments :
Exquisito. Qué elegancia de baile de letra; que se rozan las manos... El párrafo superior del inferior.Un Valls en Versalles. Después visita al museo concreto de esta especie de alacranes. Flipando!!! Lo.provoca esta escritura. Es entonces bueno. Algo que estimule los sentidos.
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