Murano.
Recuerdo el año que visité
Murano, el vaporetto, la isla de Lido. Las tortugas. Recuerdo cuando cantaba
delante del Coliseo, ahí comenzó el regreso. La vida. Mi amor como un húmedo
pañuelo de seda ciñéndose a sus muslos generosos, un pasacalles de besos, una
verbena de caricias antes de la oración. El no como una hoz. El descontento
como un látigo. Alguien debe ser el culpable.
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