La verdad sale de la boca de los niños.
Portugal , 1964 © Bruno Barbey/Magnum Photos
La
vida va. Esto es cierto. Es una obviedad pero es cierto. Solo que estoy hasta aquí
(señala la coronilla). Por decirlo de una forma coloquial. ¿Qué pinto aquí? Por
preguntarlo de forma natural, llana. Duermo bien, sí, pero me levanto, me
afeito, me limpio los dientes, me ducho, desayuno y me voy a trabajar (sí,
vale, tengo trabajo, tengo suerte, usted lleva buscándolo ocho meses, ande,
céntrese, este es mi discurso, lea) pero lo llevo haciendo tantos, tantos años,
que más que suerte me he dado cuenta que es una condena. Estoy cansado de tanto
trabajar. Por decirlo de forma suave. Intento cambiar las calles por las que
llego al taller pero no hay demasiadas variantes, en quince minutos voy por una
o por otra (cierto, usted se levanta antes, debe tomar un bus, un metro, siete
paradas y otro bus pero no estoy hablando de usted, leches, deje de ser tan
egoísta, estoy hablando de mí. Lea y deje de contrastar, coño). Decía que
trabajo, bueno, voy a omitir este pasaje. Los lunes reviso la bonoloto (siempre
boleto no premiado), cuatro euros, si hubiera guardado esos cuatro euros
semanales sería millonario pero no tendría el sueño de mearle la mesa a mi jefe
si un día me toca lo suficiente. Mearle la mesa y a él. No, no soy violento, es
incontinencia urinaria, demasiado tiempo aguantándome las ganas. A otra cosa. A
la mediodía como en casa (joder, ya sé que usted se lleva el tupper con los
garbanzos y los calienta en un microondas que huele al pescado que ha llevado
Fernández, a mí que me cuenta) y con el postre en la boca vuelvo al curro, las
dos calles que alterno, la rutina, etcétera. Basta del tema laboral, las siete,
salgo, estoy libre, ahora puedo hacer lo que me de la gana. Antes corría pero
desde lo del esguince me da pereza, frío, me pasan todos, hasta los cojos, no
corro. Además se me han quedado las piernas delgadas y parezco una cigüeña
zamba. Antes escribía pero desde hace años solo se me ocurren tonterías. Desde
lo de Loli, desde que me desenamoré solo imagino venganzas, tristezas,
soledades, maldades, me hace daño escribir, me tengo muy leído. Leer, antes
leía, tengo en casa bastantes libros, más de doce, un día estaba leyendo y me
quedé dormido, ya no leo, no encuentro ningún libro que me interese, todos
dicen lo mismo, bah. Paco me dice que me compre un ordenador, pero no entiendo
esos cacharros, ya no son para mi edad, él sí es un listo, un ordenador, qué
majo, claro, como trabaja en una caja de ahorros. Música, tengo un transistor,
no tiene pilas, siempre me olvido de cambiarlas, desde Manolo Escobar no ha salido
un cantante igual, no escucho música. La tele, lo que hago es ver la tele, a
ratos me duermo pero el Sálvame de luxe no me lo pierdo. Llaman a la puerta, un
momento, son dos testigos de Jehová, les atiendo y luego sigo pensando. La
verdad sale de la boca de los niños.
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