Bill Murray
Después
de varios años supe que el fantasma no
dormía, los fantasmas no duermen (al menos eso dice Susanna Clarke en
su “Jonathan Strange y el Señor Norrell”) y en la puerta hay un vendedor
de abismos con un acantilado bajo el brazo, gaviotas que ríen alrededor y mil
ojos mirando las olas del ayer, las de mañana, las olas (¿no tendrán nada mejor
que hacer?) que llevan y traen a la playa, náufragos, ahogados y botellas con y
sin mensaje. Me resulta aburrido, nunca me han gustado las películas de Bill
Murray (excepto, quizás, “Flores rotas” y “Lost in traslation”), prefiero esa
“Elegy” que me recomendó un árbol de flores olorosas.
Me
dormí cuando a aquella película le faltaban veinte minutos para terminar (no sé
si al final se casan).
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