La noche era un limón
La
noche era un limón y un viento ciego, agorero, me dejaba en los zarzales del
aire, como un palafrenero sin carruaje ni caballos, un perro acosado por
remolinos de melancolía, descontento, con una sensación de enardecidos gamos
saltándome, sin respeto, con zarpazos en el declive de ser la mitad, o menos,
de lo que fui, de haber sido, hace tanto.
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