Tapiz con flores y pájaros.
Nos
ocultaba, nos defendía, nos aislaba de rumores y miradas.
Era
bello, tapiz de flores y pájaros, primoroso trabajo de pacientes tejedoras,
horas sobre el telar de alto lizo, el aire se detenía en los dedos hábiles,
solo la noche disolvía la música de lanas y colores.
Geranios
en los balcones, gorriones, un gato rayado en el tejado, nunca llovía, al fondo
la montaña oscura, paz de dos cuerpos desnudos. Ella miraba el patio desde la
ventana en un juego de sonrisas y abanicos, miraba y el acordeón mecía el
retiro, el paraíso escondido, nos protegíamos detrás de aquel tapiz.
Pasaban
los días y crecían las risas, pasaban las caravanas, no había tregua en el
amor. Entonces llegaron los censores, la rapiña en las voces de los amantes,
los gritos subiendo desde la alameda, quemaron el tapiz de flores y pájaros,
confusión de ya no y esperanza muerta, la huida por escaleras oscuras, final
del idilio.
Toma
24. Lo fastidioso era la repetición, el director perfeccionista, las horas en
aquellas absurdas posturas, volver a la misma frase una y otra vez, simular los
abrazos hasta encontrar el gesto, la mirada. En fin, en el taller estaba peor.
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