viernes, 8 de noviembre de 2013

Quando l´ uomo principale é una donna.

Enfurruñado como un niño al que le han quitado la pelota.

Serio como esa cara detrás de las rejas que guardan su alma.

Altivo como un escarabajo egipcio.

Borra lo que digo, olvida lo que dije, recuerda los silencios y después, después súbete al tranvía y viaja de Atxuri al Sagrado Corazón en quince minutos, o menos, o más, o nunca si he puesto mi cabeza sobre los raíles y aquí no pasa ni dios, aquí no pasa nadie si no te bajas del tranvía y del burro y me dices que me tendrás guardado en un rincón del recuerdo, allí, sentado en una esquina de la casa del grito, debajo de ese león de piedra que se come a un cordero, serio como un crítico de teatro, feliz de ocupar un lugar de tu alma, alegre como un domingo de agosto en Roma, esclavo de tu cuerpo como un esclavo de Alabama antes de saberlo, geólogo en tus simas más profundas, con mi casco de farol apenas sujeto, con mi buzo azul y negro, con mis botas de descender mezcla de submarinista y astronauta, con mis alas blancas preparadas por si hay milagro y ascendemos, que si llega el juicio final me pille con la túnica planchada, con la aureola brillante, con mis besos alineados, definidos, trémulos, esperándote con mi número de la charcutería - ¿el siete? -, con el humor colgado del extremo de una caña de pescador aburrido y ciego, sentado en el muelle donde no llega el mar, por ejemplo el de Azov.

¿Volverás?

¿Te has ido ya?

¿Debo afilar mi navaja barbera de paciencia?

¿Me matarás de distancia?

¿Me voy matando yo a ratos?

Mientras miro el vuelo de los pájaros blancos de la noche, te beso tanto, tanto, tanto en todos tus huecos y recovecos que este poema es pornografía pura y vienen a detenerme.

Escucho sirenas, no sé si de la policía, una ambulancia  o ese ciudadano que salió en la tele y las imita tan bien.

También escucho las sirenas de Ulises: Mari Carmen, Eloísa, Conchi.

Adiós, las prefiero a ellas.

Pesada, seria, fea, muda, manca, ausente, mi amor.


2 comments :

Magnolio dijo...


"¿Debo afilar mi navaja de paciencia?

¿Me matarás de distancia?

¿Me voy matando yo a ratos?"


Sonrío: sencillamente geniales.



Pedro M. Martínez dijo...

Magnolio, me gusta cuando (son) ríes porque sé que no estás ausente.

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