Gallina de Guinea.
En
esta Arcadia de la red es posible poner rostro y voz a nuestros deseos, vestir
a nuestro gusto lo que no son sino líneas torcidas y buena voluntad. Los
milagros mienten y cuando la lluvia repetida de los días deja ver el auténtico
color del edificio sabemos que la ventana camuflada daba a un patio trasero
donde se apilan los cachivaches grises del tedio, del miedo, del hambre de los
otros, de la fachada del otro.
Pero
nos hemos vuelto expertos en la nada y nadamos por líneas paralelas que tienden
al infinito y cortan el tiempo en planos no miscibles, en historias que nunca
han ocurrido, como sueños que olvidamos al despertar, como pesadillas que vamos
sustituyendo, nombre a nombre, todos ficticios, todos lobos que nos acorralan
en el bosque nocturno del mismo día, repetido, siempre es lunes y además está
lloviendo a mares.
Me
aburro, queridos míos estoy harto de tanto ayer que no es, de tanto disimulo,
de tanta falsedad disfrazada de poemas de otros, de fotografías de otros, de
sentimientos fotocopiados, de nivel uno coma uno y de tener que cerrar las
contraventanas para que no entre el humo de los bostezos. Se me está llenando
el río de cocodrilos, que ríen, lloran, abren sus enormes mandíbulas, hablan en
un lenguaje que no entiendo, brrr, no tengo el diccionario del Nilo, no sé, ni
quiero traducir, a mí que me cuentan, que prueben en la siguiente ventanilla.
Eso,
que no quiero caminar sobre las aguas no transparentes, este pantano está lleno
y los ahogados se han bebido el agua.
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