Ladrona.
Soy una ladrona y estoy atenta.
En
invierno desvalijo los chalet vacíos de las urbanizaciones de la costa.
Microondas, televisores, pequeños electrodomésticos que puedo transportar sola
y vender después. Casi nunca hay dinero, ni joyas, solo silencio y casas
amuebladas con un barato mal gusto. Y frío, hace mucho frío en esas casas.
Soy
una ladrona y soy culta.
También
robo libros, es difícil encontrar bibliotecas en estas segundas viviendas, como
mucho hay algún best seller, novelitas de amor o del oeste, revistas del
corazón, cosas así. Cuando encuentro algo interesante lo leo antes de venderlo
en el mercado de la Ronda.
Soy
una ladrona y estoy sorprendida.
En
un adosado de los de ventanas azules, los últimos que construyeron junto a la
playa del faro, entre otras cosas ayer encontré un ordenador portátil, un bello
objeto tecnológico Estos aparatos se venden bien. Por curiosidad lo encendí y
jugué con su teclado negro - una ha hecho cursillos de Word y Excel en el
módulo y sabe- , rebusqué entre los programas, escogí fotografías. El dueño
debía ser trabajador, el trasto estaba lleno de fotos de casas, de perros, de
niños, de la costa al amanecer, por la tarde, las luces de la noche y un
archivo: Ella. Lo abrí. Una foto. Era yo forzando una ventana, se me distinguía
perfectamente. En otra rompiendo un cristal, tan cerca que se me veía el color
de los ojos. Otra escalando un balcón, de espaldas. No entendía nada, había
muchas más, ese cabrón me conocía, me había seguido muchos días. Me fui de
allí, rápida, y de vuelta a Barcelona tiré el ordenador a un río.
Un
coche se ha estacionado frente a mi casa y ahí está, lleva tres horas parado
con las luces apagadas. Seguro que él sabe que estoy aquí. ¿Quién será?
Soy
una ladrona y estoy asustada.
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