Camino, a algún otro sitio llegaré.
Ay, se formó tremendo alboroto de gaviotas cuando dije te quiero y el amor se me quedo entre los dientes y los pulmones, se me atraganto y ella me golpeaba la espalda atemorizada por el color rojo de la pasión en mis mejillas en quiéreme o me tiro al mar. No me tiré, total ella no me iba a querer de ninguna manera, me refugié en esta esquina pero no es el sitio, no lo es y lo sabíais, todos, no me avisasteis, estaba tan claro, menos para mí. No temo a los mastines, no me abrazo a los olmos, no me arrepiento de la huida, me siento en los últimos bancos de la catedral y hablo con los vagabundos como yo, a veces nos levantamos y quemamos iglesias de los barrios periféricos, para que no se acostumbren, para que estén alerta. Ayer matamos a un cura y a dos sacristanes, los monaguillos huyeron. Hundo la cabeza en esta soledad como nubes alrededor del faro de Fisterra, como niebla, las alondras se han perdido y es momento de buscar la libertad.
Camino, a algún otro sitio llegaré.
2 comments :
Ahí está el truco: en no dejar de caminar...
Besín, Pedro.
LA ZARZAMORA,exacto, no pararse ni para tomar impulso. Beso grande. Gracias
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