Aún no es el momento del regreso.
Tu crees que Finisterre es el final pero no, no es este el sitio donde dejar la espuma del corazón, los mirlos amaestrados que canten los días impares, el mastín que ladre su miedo. No es el lugar soleado donde reíamos después de la siesta, donde nos amábamos de lado a lado de aquella cama llena de ruidos y juegos.
La sequía vive en mis brazos, los ojos se han llenado de ortigas, miro sin ver y en el camino grandes piedras rojas impiden el paso a los peregrinos. Hay sueños embozados, hay insectos transparentes, hay una bestia que atropella a los caminantes, hay un tatuaje infamante en el hombro derecho de la mujer que mira.
No era este el lugar y lo sabía pero ¿qué queréis? necesitaba la inocencia y los crepúsculos, la mirada desde detrás de la cortina, la sonrisa apenas vista entre paso y paso de baile, el vals cuando todos se han ido, ablandar entre las manos los nombres desgajados, los nombres en el polvo, aquellos que ya no son.
Este no es el sitio que nos llevó al beso que aún dibujo, ensimismado, mordiéndolo para que no se vaya, abrazándome a sus piernas, el beso...
¿Quién habla?
Aún no es el momento del regreso.
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