Cuento de Navidad con anzuelos (1).
Aquella mujer me clavó un anzuelo en la nariz y tiró con una fuerza de mil demonios. Después se perdió por la boca del metro con un pájaro de odio posado en su hombro. Me asusté con la sangre, con el brutal dolor. Grité. Lloré. Nadie me ayudó, nadie prestó atención a mi miedo, a mi solitaria humillación, al tormento de no saber porqué me escogió precisamente a mí. Estoy seguro de haberla visto antes.
Sobre las blancas sábanas de una cama, un hombre desnudo, pálido, está tumbado boca abajo. Sus nalgas, y sólo esa parte de su cuerpo, están tatuadas con flores entrelazadas, puñales, un dragón y un nombre. La almohada está manchada con la sangre que mana de su nariz herida. El hombre se levanta, se acerca a la ventana, corre la cortina, mira hacia la calle y ella está ahí abajo, esperando. Ignora quién es esa mujer y está inquieto.
Por las calles del norte se precipitan las multitudes armadas con banderas amarillas, esgrimiendo gritos y consignas. Sus pancartas dicen: Libertad y Patria. Un hombre se ha subido sobre la mesa de un café y arenga a los manifestantes. Suenan sirenas y a lo lejos se escuchan explosiones. Algunas mujeres lloran. Un anciano menea la cabeza y repite como una letanía -no, no, no, no-. (sigue)
(Eduardo Arroyo)
5 comments :
Dolorosa e inquietante entrada para el cuento.
Esperaremos con ese "no" ante lo que vemos.
Abrazos.
Feliz navidad, guapetón!
Tu si que nos has puesto el anzuelo para que sigamos leyendo.
Un abrazo
No sé quién está más obsesionado: si tú con la escritura o yo con lo que haces. No me da tiempo a seguirte, ni yo puedo dejar de hacerlo. Hoy dejas tres trazos tres y, con tan poca cosa, dibujas una pemonición terrible, a la que encima llamas "Cuento de Navidad". Hcer eso es muy difícil, Pedro, y arriesgado. Y esa es la razón de que yo esté clavado ante tus cosas como un pez ya cazado.
Feliz Navidad.
En tiempos revueltos nadie tiene muy claro el por qué, ni siquiera los que dicen qué se debe hacer.
Espero que todo el sufrimiento no sea en vano y sepa el por qué, siempre acaba siendo lo más doloroso.
Quedo intrigada.
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