Antony Beevor.
Antony Beevor
Datos biográficos
Estudió en el Winchester College y en la Real Academia de Sandhurst. Siguiendo las huellas de uno de los más célebres historiadores sobre la Segunda Guerra Mundial, John Keegan, Beevor es autor de numerosas obras que para algunos son controvertidas, e innovadoras para otros, en particular sobre las batallas de la Segunda Guerra Mundial (Stalingrado, Berlín y Creta), pero también una historia de la Guerra Civil española que ha recibido igualmente críticas, por parte de la derecha española, u otras obras sobre el siglo XX en general.
En tanto que antiguo oficial del 11º Regimiento de Húsares del Ejército británico, ha tenido acceso, tanto para la batalla de Stalingrado como para la de Berlín, a los archivos soviéticos, inaccesibles para los investigadores hasta 1991. De este modo ha renovado en profundidad la Historia militar y política de la Segunda Guerra Mundial.
Sus trabajos más conocidos, los bestsellers Stalingrado y Berlín 1945 - La caída, explican batallas de la Segunda Guerra Mundial entre la URSS y la Alemania nazi. Han sido celebrados por su estilo vibrante y preciso, y por el uso de los archivos soviéticos recientemente puestos a disposición de los investigadores para su consulta. Por el libro Stalingrado recibió el Samuel Jhonson Prize, el Wolfson History Prize y el Hawthornden Prize.
Sus obras hablan de las atrocidades cometidas por ambas partes en conflicto, pero resultan especialmente remarcables por su estudio prácticamente exhaustivo de los crímenes menos conocidos cometidos por el Ejército Rojo desde su entrada en territorio alemán, incluyendo el pillaje y la violación masiva y sistemática de mujeres alemanas.
Otro de sus libros trata sobre Creta durante la guerra: Crete: The Battle and the Resistance (Creta: la batalla y la resistencia), y por el que recibió el Runciman Prize. Mientras que en El día D. La batalla de Normandía, sostiene que, tras el desembarco, la inhumanidad de los nazis (ejecución de prisioneros, mutilaciones, quema con lanzallamas de paracaidistas atrapados en los árboles) fue contestada por los aliados con igual «salvajismo», denunciando así las matanzas sumarísimas de alemanes y los bombardeos aéreos indiscriminados sobre poblaciones normandas, que acabaron con miles de civiles franceses.
En septiembre de 2003 relevó a Philip Pullman como presidente de la Sociedad de Autores. En julio de 2004 recibió el título honorífico de Doctor de Letras de la Universidad de Kent.
Es miembro del comité de la Biblioteca de Londres y profesor invitado de las Cátedras de Historia, Ciencias de la Antigüedad y de Arqueología en la Universidad Birkbeck de Londres.
Está casado con Artemis Cooper, nieta de Lady Diana Cooper.
De Wikipedia
No tenía nada escrito para hoy. Mi vida y mi imaginación no dan para tanto. Os recomiendo estos libros de Beevor. Son francamente buenos. Dejaros de blogs, de este al menos, entrar en la historia, en la buena literatura.
Vivo en un cuatro por dos, con una pequeña ventana que da a ninguna parte. Tengo contados los pasos de esquina a esquina. Pocos. También llevo la cuenta de los días que llevo aquí. Muchos. He aprendido a soñar. En blanco y negro. No me relaciono con mis vecinos, ni en el patio. Tengo miedo. No es nuevo, siempre lo he tenido. Quizás por eso estoy aquí, quizás no solo por eso.
Lo bueno de esta soledad es escuchar fuera lo que no tengo dentro, vivir en otro mundo del que vivo. Lo escribo para que no se me olvide. Lastima de paisaje truncado, de horizonte tan cercano, de este asco que vive en mi garganta desde que despierto hasta que intento dormir. Llevo demasiado tiempo sin verme, no tengo espejos, ni eco, me ignoro, estoy olvidando quién soy, o quién era, mejor eso, ahora soy nadie, ni siquiera un número. Sin embargo estoy vivo. Si esto se puede llamar vida. Tránsito lo define mejor. Me estoy quedando sin palabras, poco a poco las estoy olvidando. Se me rompen entre la lengua y la garganta. La humillación de no saber, de una memoria cansada, de esta oscuridad sin grillos ni pájaros, sin cangrejos ni nubes, sin melodías ni belleza en el andar de una mujer. Apenas las recuerdo, a las mujeres, ni sus voces, ni la marca de su ropa interior en un pantalón ajustado mientras seguía sus pasos, la curva de unas caderas. No sé que es una caricia. Hace dos vidas que nadie gime en mi oído. Hace tres siglos que nadie me dice te quiero. Sin embargo…
Abren la mirilla, es hora de comer.
Hasta mañana.
8 comments :
No me digas que lea, querido Pedro. Es lo que he hecho toda mi vida, gracias. Ahora que descubrí el placer de leer...por ejemplo a ti, sí, a ti...no lo voy a dejar para seguir tus consejos, mi niño!
Entérate, eres como un imán...sí, I-M-Á-N...
(según la RAEL: "Gracia que atrae la voluntad")
Por la mirilla te mando besos
Bueno...nobleza obliga, acá estamos con Beevor y un viaje al rincón de la memoria inevitable, Las Selecciones Reader´s Digest Press, los sonoros nombres rusos!
Disecciona la actividad de ambos regímenes y su narración es interesante y cautivadora para mi que soy un lector menos informado asi que seguimos con los deberes :)
Sin abandonar el disfrute obviamente.
("te pego un tiro con una palabra")
Se me antoja la imagen de la prisión invertida, o interna: el mundo real en un cubículo de pocos pasos por pocos pasos, oscuro... y un ventanuco que abrimos de vez en cuando para mirar dentro con curiosidad y cierta dosis de escepticismo.
un abrazo
Pues mi querido Pedro, tengo dos libros sobre la mesilla de mi dormitorio. desde luego no están ahí para hacer bonito, no, no son objetos de decoración. Pero se puede hacer un montón de cosas al cabo de un día y de una noche. Entre ellas está pasar a hacerte una visita. También me enriquezco con ello.
Besos, muchos.
Feliz fin de semana
Libros, lecturas, páginas. Pasar página. Críticas por escribir, deshaceres por hacer y "vicevoirse".
El eterno ritornello.
Yo te digo ahora que te quiero por si te sirve de algo en un día como hoy...
Besos.
A veces somos presos de nosotros mismos ...y eso es peor.
Me gusta mucho ese párrafo que describe el encierro.
Besos
Querido Pedro, en los blogs también está la buena literatura, no sólo la que escriben los autores de ellos, sino también los textos que se dejan (y las referencias que se hacen) de escritores que ya forman parte de la Historia de la literatura.
Y esa ventana me lleva a otra ventana, por la que miraba un portugués:
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
de mi cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién es
(y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?),
dais al misterio de una calle constantemente cruzada por la gente,
a una calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, evidente, desconocidamente evidente,
con el misterio de las cosas por debajo de las piedras y los seres,
con la muerte poniendo humedad en las paredes y cabellos blancos en los hombres,
con el Destino conduciendo el carro de todo por la carretera de nada.
Tampoco hay que tomarlo a la tremenda.
Ya sabes lo que le pasó a nuestro querido Don Alonso Quijano, “Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, tanto leer sin parar libros y más libros acabó por meterse en uno.
A ver si vamos a salir a la calle y nos vamos a encontrar Rocinantes por doquier, y caballeros cargando sus lanzas contra los monstruosos Edificios. Haberlos los hay, unos y otros.
Pues nada que yo te sigo por aquí, que pa seguirte por la calle estás un poco lejos.
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