Ludwig Wittgenstein
“Acaso por no tener los huevos
para suicidarse, si es que darse muerte equivale a transformarse en tortilla,
Ludwig Wittgenstein se enrola como voluntario en el ejército austríaco ni bien
comienza la Primera Guerra Mundial. No solo eso: solicita ser mandado al
frente, a las primeras líneas de fuego. La petición es extraña por partida
doble porque Ludwig es uno de los hijos de la familia más rica y culta de
Europa y, por supuesto, cuenta con medios para eludir semejante destino. Pero
el destino está para cosas importantes: tres de los siete hijos de Karl
Wittgenstein se suicidaron y a Ludwig la idea le da vueltas en la cabeza desde
hace un tiempo. No es joda. De hecho Otto Weininger, un escritor al que
admiraba —especialmente su libro Sexo y carácter—, se pega un buen tiro en
1903. Sobre el autor del Tractatus hay más de un millón de entradas en la web.
Ha escrito apenas dos libros más que Sócrates. Esos dos libros de pocas páginas
le bastan para erigir una cordillera de montes análogos en los que pocos escaladores
se atreven a plantar bandera. Una cordillera frente a la otra, separadas por
veinte años. En el medio, un valle de académicos estupefactos, furiosos,
arrobados, boquiabiertos.
[…]” Pasaje de Bellas artes Luis
Sagasti
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