Concierto para trompa No.4 en Mi bemol Mayor K.495 - III. Rondo
Pessoa escribía que la boca
cuando habla dice cosas que no son sólo las palabras. Ahora, mientras camino
por las calles bilbaínas me encuentro jovial, feliz bajo un cielo mañanero con nubes
rojas, soy capaz de escuchar el silbido de jilgueros ocultos en el parque de Abando,
seguir el vuelo de las gaviotas sobre el Nervión –ay, los puentes de entonces-.
Contarlo.
No ocurre nada que no deba
ocurrir, simplemente siento que me expreso diferente. No creo que se me haya
olvidado de pronto, no he observado agujeros en mi cerebro, no he advertido
grietas en mis músculos, aunque cualquier cosa pudiera ser. Sucede que cuando
la vida aquí afuera –me refiero ahí- está llena de gritos, gente, risas, hay
que aprovechar las cosechas. A lo lejos sonríen con desgana las damas de luto y
no. Por eso deben ustedes saber que no es por nada y sí por esto, por lo que
hoy escribo así, diferente o peor o furia de abrir el buzón y humo, arañas de
nieve en las esquinas, aquí la primavera está agazapada y se asoma a cada tanto
entre danas por aquí, danas por allá. Seguimos.
0 comments :
Publicar un comentario