Dime que lo entiendes.
Se rapó la cabeza como un
símbolo, un desafío a la pasión de cangrejos en sus muslos, un paso más allá
del cabrilleo de las luces del amanecer en el puerto viejo, una escalera de
caracol al ático de su adolescencia.
Ramos de minutisas para arrojar
en el brocal del desconsuelo, un gato calicó afincado en su regazo, marca de
jabón en el portal, palabras carcomidas para no decir, bordar con letras negras
un poema de cenizas.
Abre sus fauces la soledad y
entre paréntesis mi ruego, un ideograma borrado que nadie comprende, un verso
en el desagüe, las aves que buscan la primavera, la determinación en construir
barreras, pozos, distancia, el No grabado al rojo vivo en la frente, el único
recurso era el olvido y a ello nos dedicamos sin dejar huellas en la nieve.
Así que me senté junto a la
ventana canturreando esto que ahora lees, recuerdos numerados en mis sienes,
dolores aún abiertos en las costuras del alma, harapos de otros tiempos, un
número desdibujado pero ahí, en el dintel, en la puerta cerrada, el silencio.
Muchas veces no entiendo qué
quieres decir.
Es una procesión de emociones
insomnes, la necesidad resucitada de recorrer historias no cerradas, una llave
que encontré en un cruce de caminos, oscurecer de un tiempo en el que no había
madrugada.
Ah, eso.
Pues sí. O no.
Vale, entiendo.
4 comments :
Vino la desconocida y me lo hizo entender, a ella, sin embargo, no la entiendo.
Ella siempre es la desconocida, la que quisiera ser como aquella que otra ha sido una vez.
Salud
No lo sé, pero tú música me ha sonado a esas crías q se rapan la cabeza y se colocan un aro en la nariz y colocan sus manos en alto formando un círculo y vocean en la calle para dejar claro q ellas son autosuficientes, q su cuerpo es suyo , q abajo la sumisión , el patriarcado y q los hombres son escoria ...dime q me entiendes : ) Otro beso !
Francesc Cornadó lo has contado perfectamente, es así, tal cual. (Y si alguna vez la entiendes, cambiará). Salud.
María, anoche estuve viendo una obra de teatro que hablaba de algo así, de la juventud perdida, de los sueños rotos, del tiempo pasado. Qué envidia esas crías que luchan por lo suyo, por ser ellas sin que nadie les diga lo que tienen que hacer o pensar o ser. No sé te entiendo porque no sé siquiera si me entiendo yo pero en esta esquina que barre el viento tienes un altar para ti sola. Besos castos.
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