Sobre lo que decíamos ayer.
Decía ayer que entonces llegó el momento de qué hablar. No encontré la respuesta. Me dejé llevar por la escritura, me dejé llevar tanto que no sé si soy responsable de lo que escribo o hay alguien, algo, detrás del lenguaje. Decir inspiración es pretencioso pero, a veces, entre las hierbas de la ribera de lo que digo aparece de pronto la realidad flotando ahogada en un río de palabras. Digo la realidad y digo el milagro de la revelación, entremezclada con los símbolos, las liebres, un jilguero, las manzanas en la repisa, todo aquello que se junta y forma la espesa capa de ficción que oculta lo que es.
Una tarea inútil.

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