Vuelo transoceánico
Te
lo juro, escribir con Pages a 55.000 pies de altura (pie arriba, pie abajo) es
complicado, sobre todo si la mitad del avión está ocupado por familias de jóvenes
judíos ortodoxos con muchos niños pequeños llorando a la vez, desconsolados.
Casi la otra mitad de los pasajeros son parejas de recién casados, hay algún
viajero solitario, una dama con un impecable traje chaqueta, gris, y un caballero que en 1967 era un atractivo galán.
No sé cómo se acentúa en esta pantalla que brilla y atrae, es igual, tampoco sé
escribir. Pero lo intento, intento aprender, me he comprado un diccionario, ya
se utilizar palabras como "vicisitud" o "enigma" (este es
un guiño a Gay Talese) y en breve escribiré de corrido
"circunstancia" o "genuflexión". Estoy lanzado.
Sobre
Halifax ya no sentía el culo, llevábamos más de seis horas volando, las
azafatas nos habían repartido comida, merienda y desdén, esto último en grandes
cantidades. Aún faltaba hora y media para llegar, estaba aburrido, somnoliento
y le vi, juro que le vi, era Superman, seguro, paso volando a pocos metros del
avión. Los judíos seguían a lo suyo, con su kosher, su ir y venir por los
pasillos, a su bola, indiferentes al resto de los viajeros. No les dije nada,
que se jodan.
0 comments :
Publicar un comentario