Semana Santa en Córdoba.
Dejar
esparcidos en lo blanco excesos verbales que llenen las miradas, vana empresa
de tapiar el olvido, ir, volver, envolver, revolver, leer, ver, saber,
entender, creer, tener, ser, romper, resolver, retener, creer, hacer,
entretener, haber, aparecer, desaparecer, mantener, permanecer, encender,
ascender, descender, meter, querer, resolver, poder, que nos vamos pero
volvemos, por suerte, que sigue la rutina de no querer ser rutinarios, de
permanecer en el verso, menor pero verso, estrofa a estrofa, aún con sonido de
trompetas y tambores, el himno nacional de su nación, músicas entre lo militar
y lo religioso, curiosa mezcla de ejércitos mundanos y divinos, generales y
obispos, mezclados, monaguillos y sargentos de gesto altivo, uniformes y
capirotes, la guardia civil desfilando, pobres ateos míos de otros tiempos,
acurrucados en sus temores a ser descubiertos por los que acusan con dedos
implacables, costaleros exhibiendo el sudor de su fe, saetas en la madrugá,
vírgenes que lloran puñales, vírgenes que ríen después de la resurrección,
respeto a las creencias ajenas, vírgenes que están aburridas de
serlo, un demonio colorado pinta los púlpitos con el color del miedo,
otro demonio los eleva por encima de las espadañas, los necios aplauden, “al cielo con ella” grita el
mayordomo y el paso se eleva, majestuoso, a un cielo con luna llena, qué
momento, qué algarabía, qué cantidad de hombres comiendo pipas de girasol con
gesto ausente, grito para no estar callado por encima de lo obvio,
aunque las palabras se nieguen a decir lo que dicen, aunque se acumulen en
tropel de emociones difíciles de transmitir, aunque mi acento siga un discurso
mimético, no soporto a los poderosos, a los que ensucian el límpido rumor de un
arroyo, infracciones como auroras que disfruté solo, reptiles rozándome los
muslos, cansancio de no saber ver más allá de mis narices (me han dicho que detrás
del azogue hay un mundo por descubrir), puentes sobre el Guadalquivir, cofrades
turbios, procesiones en la noche de los tiempos, inquisidores detrás de la
celosía, la muerte hecha vida, la palabra en rebeldía, diciendo algo, no sé,
una bandera de socorro, una señal, una petición de ayuda, un estremecimiento a
veces por esa caricia en la herida, herida de muchos, soledad, ese momento en
el que uno se enfrenta a sí mismo, ¿dónde voy?, ¿quién soy?, que me fui, vuelvo
y nada ha cambiado, o todo, calles de Córdoba, el designio clavado en un pared,
cicatrices de cuando el mundo era redondo, no sé si recuerdo lo que ocurrió o
lo que recuerdo, aquella noche que el deseo fue el preámbulo del veneno, ¿dónde
estará aquella amante sumisa a quién tanto amé?, ángeles ciegos señalando aquí
y allá con una espada de fuego, disfrutar de las hogueras de la nostalgia,
energía de un beso en el callejón del pañuelo, soy un pecador obstinado en
pecar, una y otra vez, coches de caballos con turistas impasibles, ingleses con
la cara roja, japoneses fotografiando el agua, mujeres tan bellas que los
minutos se entretienen en las rejas de los balcones, aromas de azahar, ¿cómo no
enamorarse con ese aroma?, la suerte cercándonos, si sale pares te quiero, si
sale nones me corto los dedos de la mano izquierda, naranjos en flor, Cristo de
los Faroles, cuesta del Bailio, taberna Juramento, barrio San Basilio, ¿a quién
le importa?, el AVE te lleva a Sevilla en 40 minutos y, si quieres, te trae de
vuelta, ir, volver, ya te digo, semana santa, celebración religiosa, ya te
dije, no se lo creen ni ellos, ellos no son nosotros, por fortuna, nosotros es
un concepto, no sé quién soy yo como para saber quiénes somos nosotros, pero sé
que después de un viaje de contrastes, vuelves y añoras, cosa curiosa porque ni
siquiera sé a quién añoro, no sé quién eres tú, no sé qué hago aquí, pero algo
de esto entiendes, si es que has llegado hasta aquí, un abrazo.
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