Parker vence las dudas
Después
de tantas dudas se quitaron la ropa con torpeza, con avaricia, arrinconándose
en el temor al universo de las caricias, a la tentación del hambre de ser
uno, caminando sobre arena, fuego, piedra, lámparas de deseo brillando en mitad
de la habitación sin salida, ya no, con fragmentos de encuentros casi
olvidados, las piernas enredadas, el vértigo en la nuca con un abanico de
palabras dulces, los poros fueron madrigueras de ternura. Se convirtieron en
fiebre, en hoguera, eran dos aventureros en las alamedas del nunca antes, melodía
acompasada, rumor de algo eterno, desconocido.
Ahí
están, amándose con apasionada inexperiencia, Parker, el hombre que descubrió
un cielo rojo y ella, la mujer más bella del universo.
Esta historia me pertenece, me niego a seguir contándola.
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