Parker y el temblor
Se
encontraron en una esquina de su vida hecha de trozos de rutina, allí donde
nunca antes habían transitado. A ella le sorprendió la bufanda roja que
Parker llevada alrededor del cuello. Él aún no sabía que detrás de aquel
rostro cansado estaba la mujer más bella del mundo. La noche se llenó de
ranuras, se entretuvieron en acumular monedas de soledad antigua, el resto
estaba ya escrito. Abrieron los ojos a la imparable invasión y dejaron las
armas celosas en el hilván de un vestido de insomnio, entraron sin miedo en sus
propios túneles hasta llegar a las fronteras de la intemperie, temblaron e
intentaron el goce.
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