Observatorio (IV)
Desde el observatorio las horas vuelan como los vencejos que anidan en el portal abierto al viajero, se detienen como delfines atrapados en traicioneras redes, quise beber el néctar de tu sexo herido y el lecho se llenó de ay y párpados, las horas se congelaron en las sábanas vencidas, los polizones se acuclillaban a estribor.
Eran dulces los miércoles.
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