Parker y los martes.
Martin Munkacsi
Parker
camina sobre el afilado borde de su propia emoción, está comprometido en la
búsqueda del tiempo lento contenido en un reloj de pared, busca la belleza de
un poema incrustado en esa lentitud del tic tac.
Huye
de la rutina, espíritu, paisaje, cuerpo, horizonte, lo efímero, la constancia,
gira, camina en círculo, se orienta en la niebla deshabitada, una sombra animal
de palabras amenazadoras se desliza por la pared.
Este segundo día del año, un instante antes de cerrar la puerta ella se gira y
en su mirada hay un brillo de al menos una semana más, una obscena
prórroga. Parker destripa el reloj de pared, le sobran piezas, no quiere
que termine esa historia pero todo termina y las horas desgarrarán el
torbellino del cada vez menos. Una gota de eternidad cae en el abismo de la
espera hasta el próximo martes.
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