Medio millón.
Asustado, acosado por mis
fantasmas, perdido en mitad de un bosque de palabras, con ni sé cuántas páginas
visitadas, un exceso, un honor, un
placer, una recompensa, muchas veces, aquí, un número redondo, bola de nieve
que empezó a rodar hace tanto, goteo desde el 1 (uno), tan enriquecedor, tan
compartido, tan grato, intercambio de emociones, conocimientos, sentimientos,
sueños, pesadillas, crisis, traumas, recuerdos, imaginación, lo que es, lo que
nunca ha sido, lo que puede que sea, cuentos, casi poemas, historias para
dormir, para no dormir, para creer, para olvidarse de todo y zarpar desde un
puerto entre la niebla, lluvia y sol, lágrimas, muchas risas, celos, ternura,
cariño, envidia, comprensión, miradas detrás de la cortina, nombres propios,
anónimos, compañeros, amistad, amor creciendo, admiración por lo descubierto en
tantas páginas que han enriquecido esta, tanto arte de tantos artistas, pero,
la fama, amigos, me asedian, me siguen, escudriñan mi vida íntima, quieren
entrevistas, mis puntos de vista (no saben que tengo un acusado
estrabismo), me revisan la basura, el buzón, interrogan al cartero, al notario
del primero, no puedo salir a la calle, siempre tengo dos fotógrafos en la
puerta de casa, mis amantes se buscan otro (s), mis novias me dejan aburridas
de los paparazzi, mis amigos me detestan, me huyen, dicen que la fama se me ha
subido a la cabeza (donde tengo el cangrejo), que me he vuelto un creído (un
ateo como yo), que no pago una ronda en los bares, que escribir así es de moñas
(quizás lo soy un poco, pero por si acaso les he partido la boca a dos), que me
he tenido que ir al pueblo (ese que no tengo), lejos de los focos, a escribir
en calma (si aquí saben que soy poeta me tiran al río), por eso estoy aburrido,
¿entendéis?, necesito calmarme, pensar, crear, rimar, imaginar, los artistas
necesitamos paz, aun así, ayer, paseando por los campos de trigo me seguía el
corresponsal del País con un fotógrafo zurdo (le rompí la cámara a cantazos),
pero pensando, pensando…estoy convencido, dejo la literatura y me dedico a la magia del cine.
1 comments :
¿Números? En sí no significan mucho, pero son buena excusa para detenerse y mirar. Impresiona ver lo que poco a poco va uno haciendo. Lo tuyo es antológico y consuela a veces considerarlo para convencerse de que el ejercicio de amor y juego para con las palabras y con las ideas que supone el escribir tiene su recompensa en la fiel compañía que suponen cuando uno elige el silencio. Ayer me convencía de ello en medio de la soledad acompañada del metro madrileño: no se necesita abrir el móvil ni leer un libro; basta cerrar los ojos y dejar que las palabras revolotean y nos acompañen interiormente. Seguro que a ti te pasa también.
Una vez más, gracias por tu incansable labor de fidelidad a estas líneas diarias en las que siempre me detengo.
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