domingo, 12 de noviembre de 2017

Leído en un avión.



En  Madrid hay una calle llamada de Gil Imón,  haciendo de travesaño entre el Paseo Imperial y  la Ronda de Segovia, para más señas. Es una calle dedicada al que fue alcalde de la capital,  D. Gil Imón, en los tiempos en que el duque de  Osuna organizaba sus célebres bailes, a los que acudía la alta sociedad, para poner en el  escaparate familiar a jovencitas de la buena  cuna, como oferta casadera. A las damitas de  entonces se les aplicaba el apelativo de  "pollas", que en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) llevan, como sexta  acepción, figurada y familiarmente, el  significado de jovencitas, algo que hoy  prácticamente se ignora. La polla de entonces no  tenía nada que ver con el significado de morbosas connotaciones por el que ha sido  sustituido ahora.

El tal Don  Gil era un personaje de relieve (la prueba está  en que tiene dedicada una calle) y su nombre  aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad  de las revistas del corazón de la época. El  hombre se sentía obligado a responsabilizarse de  sus deberes familiares, como buen padre. Tenía  dos hijas en edad de merecer, feúchas, sin  gracia, y bastante poco inteligentes. Y se hacía  acompañar por ellas a absolutamente todos aquellos sitios a los que, invitado como primera  autoridad municipal, tenía que acudir.

-¿Ha  llegado ya D.  Gil?
-Sí, ya ha  llegado D. Gil y, como siempre, viene  acompañado  de sus pollas.

Mientras D.  Gil se encargaba de atender las numerosas  conversaciones que su cargo de alcalde  comportaban, sus pollitas iban a ocupar algún  asiento que descubrieran desocupado, a esperar a  que algún pollo (o jovencito) se les acercase,  cosa que nunca sucedía. La situación, una y otra  vez repetida, dio lugar a la asociación mental  de tonto o tonta con D. Gil y sus  pollas.

¿Cómo  describir esa circunstancia tan compleja de  estupidez?  Los imaginativos y bien  humorados madrileños lo tuvieron fácil: para  expresar la idea de mentecato integral e  inconsciente ¡Ya está!: Gil (D.Gil)-y-pollas  (las dos jovencitas hijas suyas) = gil-i-pollas.  Cundió por todo Madrid, que compuso esta palabra  especial, castiza, nacida en la Capital del  Reino y, después exportada al resto de España,   ganándose a pulso con el tiempo el derecho  de entrar en la Real Academia  Española.

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