He sido ingrato, perdóname
Antes
Bilbao era una ciudad fría y lluviosa. Hoy repite el cliché. Hasta el metro era
una ciudad desierta. Hoy también lo es. Tomo vinos con los míos (¿?) por
Indautxu. Estoy aburrido. Los bares se vacían. Quedamos los de siempre, los
últimos, los que hablamos con el viento, los que buscamos lo que no hay. Aquí
al menos. Que días más duros. Quizás no hay cara oculta de la luna y las nubes
son un subterfugio. Una noche negra. Quizás no hay más que esto, vino y risas
después de un día aciago. Seguro que de madrugada me duele el estómago.
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