Parker y la puerta cerrada
Mientras
Parker dice y dice su ay, Marie ordena los
tarros de mermelada, los botes metálicos con galletas de chocolate, el
café colombiano lo separa del venezolano, escarda en el jardín, planta
gladiolos, pinta el marco de una puerta, riega los geranios, se apoya en el
rastrillo con un gesto encantador, destacando la cadera arranca la raíz de
malas hierbas, quita la polilla de un mueble antiguo, da cuerda al reloj de
péndulo, suenan teléfonos, le invita a cava, le ofrece un plato de jamón, no
puede parar quieta.
Pero
Marie escucha, asiente, entiende, siente la
confusión de Parker, su nula aceptación del contratiempo, llora con él,
arrepentida, amiga, le dice que orine antes de ponerse en viaje, le despide
agitando la mano desde la puerta y la cierra, cierra la puerta…
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