viernes, 11 de marzo de 2016

Perverso polimorfo.

 
El perverso polimorfo de Freud, de Salvador Dalí 

Perverso polimorfo, lo entendí con claridad. Pensé que aquel pobre hombre estaba en el umbral de tirarse por una ventana, de cosechar niños por las alamedas, de regularizar su lujuria, sus apetitos, con inconcebibles, brutales, aberrantes actos.

La explicación posterior me tranquilizó, a medias.

Con el tiempo fue apenas uno de los muchos conceptos que asimilé en la demora del después, cuando saciados, jadeantes, nos acariciábamos antes de volver a su trabajo y a mi farsa.

Este podría ser el comienzo de una historia que retengo, a la que tarde o temprano deberé asomarme, plasmarla, que no se diluye a pesar de la lluvia, de los intentos, de las máscaras, de mirar hacia otro lado.

Busco la explicación en lo tardío, en la quema de rastrojos emocionales al borde del camino, en el fuego que se extendió sin control por los zarzales del pecho, que llegó a las casas, que arrasó el pueblo, ardor desorientado, farsa mantenida, ilusión pintada en las amapolas, guerra sin declarar, víctimas clamando en los balcones con pancartas y banderas mustias.

¿Qué digo hoy? Escribo desde varias líneas. Una, imaginando. Dos, contando lo que me pasa /pasó. Tres, intentando disfrazarlo, modificarlo para que no se note demasiado. Cuatro, sacando mis espinas una a una. Cinco, me adhiero a las normas básicas del fabulador. Seis, me miento, me engaño, me flagelo. Siete, no lo logro y por eso escribo. Ocho, me siento e invento que pasa lo que no ha pasado. Nueve, viceversa. Diez, mambo.

Volvamos pues al perverso polimorfo. Compartía espera con un maníaco depresivo; conmigo mismo que soy, dicen, neurótico obsesivo; con una artista alterada; con un ciego que veía insectos de largas antenas negras. Mi espera, lo supe después, no era su espera, superados ya los electrodos en la frente, las duchas con agua fría, las inyecciones de sentido común, métodos arcaicos pero eficaces, curas a lo allá que te va, el que espera desespera, allí coincidíamos, solo eso.

Lo que intento entender mientras camino de puntillas por la línea amarilla es si el amor se mezcla con el sexo o es su consecuencia, si hay que pagar el peaje educacional, si es su carencia la que sublima el amor, si la atracción se enamora, si a buen hambre no hay pan duro, si hoy por ti mañana por mí, es decir, que no entiendo nada y así queda la cosa, todo un lío.

Sin más, dejemos pues este post por hoy, incompleto, así, tal cual, esboza líneas de lo que quizás contaré en breve, o no, va todo tan rápido.



2 comments :

Maribel dijo...

Una hoja en blanco es el lienzo donde con palabras vas perfilando la escena, la que nos permite imaginar la sala de espera. Un cuadro escatológico de un artista que ansiaba vivir y que pretendiendo ser inmortal nunca supo que lo había conseguido, preside la estancia.

Y los personajes son los que aparecen por omisión. Los que les pusieron nombre a las cuatro personalidades. Los que incansablemente buscaron explicaciones al funcionamiento de la mente. Platón, Hipócrates. Galeno. Más. Teorías. Terapias. Inconsciente. Electroshock. Sueños. Fármacos. Psicoanálisis. Medicina alternativa. Efecto placebo. Siglas que etiquetan. Obsesiones por encontrar respuestas. El cuerpo que manifiesta, como señal de alarma, lo que subyace abstractamente. Enfermedades mentales aún sin explicación. Eminencias; sabios. Los que abren caminos para que otros sigan buscando nuevos métodos para hallar donde radica el poder de la mente e intentar entender su funcionamiento. Sustancias químicas para equilibrar aunque sea paliativamente. Rebatir las técnicas. Nuevas profesiones. Los farsantes. Los damnificados. Medicina cuántica. Sanación pránica. Energía. Bloqueada, por desbloquear. Indagar en nuestra infancia, adjudicarle a ésta el origen de lo que ha de venir. Paranoias. Equilibrio. Cordura. Locura. La vinculación del pensamiento y la conducta. Relax. Respiración. Sexo. Liberación y/o tormento. Amor.

Perverso Polimorfo sabe que lo único que le impide tirarse por la ventana son los tacones de la artista alterada. El ciego hace aspavientos con las manos coordinando sus alucinaciones como si fuese un director de orquesta. La artista alterada intenta que su crisis no desemboque en otro ataque de pánico.

El Sr Glup que se hace experimentos con sus lectores y les lanza preguntas de las que conoce las respuestas mientras rubrica el lienzo sabiendo que una obra de arte nunca se puede dar por acabada pero que cuando decide exponerla tiene la certeza de que el público otorgará, según su propia personalidad, una interpretación particular, distinta, de un mismo cuadro.

Besets!

Pedro M. Martínez dijo...

Maribel Gs, me quito el sombrero con tu comentario. Poco rato porque se me enfrían las dos ideas que me quedan. Y además te lo agradezco sinceramente. Va un beso.

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