De vírgenes y mentiras.
Aquella
tarde estaba con Elena, los dos sentados junto a una mesa repleta de viandas,
con manteles manchados del vino que rezumaba de un cántaro rebosante.
Intentábamos escribir un poema, una esquela, una mentira, algo.
De
pronto en una esquina del salón apareció una virgen sobre una zarza portátil y
ardiente. Llevaba una túnica que brillaba con una extraña luz. Extendió las
manos sobre el espacio entre ella y nosotros, atónitos espectadores del
milagro, entregados pecadores abiertos a todas las penitencias, merecedores de
todos los castigos (incluido el infierno y las siete plagas), solícitos y
obedientes amanuenses dejando constancia de la explosión solar.
Pues
bien, esa virgen nos señaló a los dos con un dedo y sonriendo, con voz maternal
dijo: Escribid, escribid, queridos míos, transmitid esto que veis, contarlo a
vuestros vecinos, esparcirlo por las riberas de los ríos, por las tierras de
secano, por los vergeles refugio de gentes descreídas, tribus venidas de
allende los montes, habitantes de la tierra prometida...
Así
siguió horas y horas, la verdad, ya me estaba empezando a aburrir, me adormecí,
cuando desperté Elena estaba a mi lado, su cuerpo desnudo estaba caliente y
rumoroso. Nada, que nos amamos furiosamente, dulcemente, otra vez con furia y a
la tercera me fui a trabajar.
Esta
uno que no para, un sinvivir.
Pero
entonces, por el camino a la oficina, sobre un Simca mil volvió a aparecérseme
aquella virgen y con voz severa dijo: Pedro, Pedro, una cosa es exagerar y otra
mentir, solo la has amado una vez.
Y
desapareció.
Eso,
que rectifico, una sola vez.
Estas
vírgenes de ahora no pasan ni media.
Buenos
días.
2 comments :
¡La Virgen!
Besets!
PD: Hasta lo de que sólo has amado una vez resulta inverosímil (guiño).
Maribel Gs, los Ángeles, https://www.youtube.com/watch?v=T-lNDJ5xpos
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