Claudia Rogge
No
sé qué día es, aún no es hora de
acostarse, es una tarde cualquiera que entra en la tibia luz del anochecer.
Aún
no son las nueve.
Bajo
los soportales de la Plaza Nueva hay una muchacha que huele a claveles
fragantes, que vende castañas y llena de sueños el caminar de los adolescentes.
Lo
sé, nadie me invitó a esta fiesta en una ciudad al otro lado de aquello, lo
acepto.
Puede
incluso que no haya fiesta y esto sea solo una reunión casual de transeúntes
apresurados que dejan su tarjeta de visita en una tienda de ultramarinos y se
quedan el tiempo suficiente para soplar las velas, oler las flores y decir eso
de qué bueno era y siempre se van los mejores.
Digamos
que es así.
Digamos
lo contrario.
Digamos
lo que digamos siempre alguien estará sentado fuera del círculo, con los gatos,
con ángeles que tocan el clavicordio ahora que la vendimia terminó y Celentano
canta tan raro.
Hoy es domingo (solo había que mirar el calendario).
Hoy es domingo (solo había que mirar el calendario).
1 comments :
Lo que mostramos, lo que somos y lo que protegemos de miradas ajenas. Así me sabe el tríptico de imágenes.
La soledad (que deseo que sea elegida) que nos hace perder la noción del tiempo y del ahora. Es lo que me cuenta tu escrito.
Gracias por descubrirme a Claudia.
Ojiplática viendo sus fotos. Y boquiabierta, una vez más, por tu capacidad de transmitir emociones y sensaciones a través de la palabra.
Besets hermoso!
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