Carta del amante animoso.
Reina de mi soledad, mimos,
mimos son los que necesitas en esta mañana lluviosa de verano en la que te imagino por
esos descampados desde tu casa al metro, con tu gesto decidido, con tus andares
enérgicos, con tus espaguetis en la tartera, como un obrero va a su trabajo así
vas tú a tus afanes cotidianos, a tu despacho que se está convirtiendo en una
peregrinación a Lourdes, en una romería a tu ermita de salvación.
Amada, también me dirijo a ti
como un romero, como un buscador de las perlas de tu ternura, me sumerjo en tus
aguas cálidas y te nado, incansable, por esas profundidades, a veces oscuras, a
veces de una luz que hiere. Ay, preciosa, te lleno de flores de colores en esta
mañana negra, cuelgo pancartas de amor en tus balcones interiores, pinto de
palabras infantiles y amarillas las paredes de este jueves que nos regalamos
mutuamente para llamarnos cuando podamos, para pensarnos cuando debamos, para
añorarnos en cada momento, para dejar en los minutos que se van los besos que
no nos damos.
Con todas estas cosas o a pesar de ellas hoy
tiene que ser, por fuerza, un día hermoso. Por si falta algo, también te envío
un ramo de gavilanes que limpie tus cielos de insectos zumbando inquietudes
absurdas, un batallón de aborígenes australianos que recorra los campos de
aterrizaje de los aviones de tus fantasías, una cuadrilla de monjes copistas
para que repitan con letras historiadas tus mejores poemas eróticos y, por fin,
una carpeta con hojas de pan de oro para guardar tus cartas de desesperanza,
tus elucubraciones de principio de siglo, tus temores a ofensas imposibles, tu
estudio intensivo de los entresijos de estas cartas de amor que resbalan solas
por mis dedos, sutil sustituto de resbalar por la piel de tu corazón, de bajar
por tu espalda que palpita, de quedarse ahí, con los ecos, para mejor oírte y
verte y sentirte y temblar.
Suenan los cuernos del ejército
de mi otro yo, galopan sus caballos airados, sus quejas atruenan este espacio y
espada en mano me enfrento a lo hostil, a esta otra realidad. Antes te beso los
brazos, me demoro en tus muñecas, chupo tus dedos y me atrapan tus manos como a
una mosca de verano. Pues mira, me quedo ahí, contigo, con esta lluvia destiempo ¿dónde
puedo estar mejor? Te beso.
3 comments :
Voy a dar una vuelta por el ciberespacio global, a ver si encuentro a alguien que escriba mejor que tú.
Infructuosa búsqueda. No lo hay.
Ning Jie, luego te mando las flores. ¡Muchas gracias!
Publicar un comentario