Crear.
Crear no es imaginación, es correr el gran riesgo de poseer la realidad. (Clarice
Lispestor.)
Henri Cartier-Bresson definió el cine como la imagen siguiente. Según
decía, el cine es siempre lo que viene después, no tanto la imagen vista, la
proyectada en la pantalla, como lo que viene luego, aquella que está capturada
en la sucesión. La imagen siguiente es aquel “disfrútame”
que Ella me susurraba al oído, tendidos sobre su cama en la casa cerca de la
playa. Y nos disfrutábamos con lentitud, sin saber cómo había empezado aquella
comunión, pero bendiciéndola entre suspiros, caricias y movimientos suaves. Me
sorprendió su pregunta: “¿a qué mujer has querido más?” Respondí sin vacilar:
“a mi madre”. Ella replicó: “no, me refiero a otro tipo de amor”. Hice memoria
y noche a noche fui dejando sobre su piel la corta historia de mis amores, algo
así como lo que hizo Carole Mallory, que vendió a la Universidad de
Harvard siete cajas con fotos, manuscritos y cartas relacionadas con Norman
Mailer. “Me daba clases de escritura, hacíamos el amor y luego nos íbamos a
comer…en cualquier orden”, reconocía la ex alumna y amante del escritor. Entre
ese material vendido figuraban dos relatos de alto voltaje escritos por ella.
El más largo nació de una apuesta: Mailer le retó a detallar en 50 páginas cómo
hacían el amor. Ganó ella: “Norman era un verdadero hombre y sabía lo que
hacía”. Aprendí mucho de Norman, por eso Ella se sorprendió cuando le
pedí un pañuelo. de seda. Es posible que no estuviera acostumbrada a esos
juegos pero no opuso resistencia, al contrario, cuando até con suavidad sus
manos me miró sonriente, dejándome hacer. Lo hicimos, sin pensar en
Mélich que define la finitud como algo muy distinto a la condición
mortal. Según él la finitud es la asignación de un tiempo para la vida: nuestro
tiempo, el fragmento de eternidad que, feliz o infelizmente, nos ha sido
deparado. La finitud es la contingencia que se traza entre los hitos del tiempo
humano, entre nacimiento y muerte. Para Mélich entonces no es la desdicha de
una naturaleza caída o la penumbra de un cuerpo que poco a poco se va
descomponiendo, sino el trayecto que lleva al final, aunque no el final mismo.
No es pues una cuestión religiosa la que se juega en la finitud, sino que es
ética. La finitud sería la vida misma, puro trayecto, transito, devenir,
transcurrencia y avatar. Al menos esto interpreta Enrique Lynch mientras
estoy en mitad de una escalera, no recuerdo si subo o si bajo, sí recuerdo
cuando pisé el primer escalón. En aquel momento supe que no había vuelta atrás.
Es como la infidelidad, siempre hay un primer escalón, después de eso todas son
escaleras mecánicas, algo parecido a las que pinta Escher, lo malo es si en un
tramo te cruzas con tu pareja y no la reconoces, la ceguera del desamor, como
Katrine Madsen canta: La mirada de amor está diciendo mucho más que lo
que las palabras podrían decir. Por eso busco su mirada, y la tuya,
recomponiendo el gesto me quedo así, aquí, leyendo esas tragedias del ya no más
amor, las soledades, el dolor anónimo, el del otros. Leo a Cortázar, a Coetzze,
a Neruda, a Dylan Thomas y rompo en carcajadas. No se pongan tan serios.
Codazos, egos empujando, hay sitio al fondo, pasen y vean, en estas fechas ya
se sabe, menos mal que esto no se paga, ni se cobra ¿o sí se cobra?, ¿alguien
nos lee?, ¿alguien critica? Walter Benjamin dice que los tontos
lamentan la decadencia de la crítica. Pues su momento hace mucho que pasó. La
crítica es un asunto de distanciamiento correcto. Estaba muy cómoda en un mundo
donde las perspectivas y prospecciones contaban y donde era todavía posible
adoptar un punto de vista. Ahora las cosas presionan demasiado estrechamente a
la sociedad humana. Exacto ¿hay alguien ahí? Nadie critica. Tantas
palabras, tanto silencio. Yo sufro más que usted. No, yo sufro más. Ya, que se
lo cree. Pues mira quién habla. No me gusta como escribes. Ni a mí como lees
tú. Oiga, no me tutee. No es un tuteo, es una afrenta. Un momento, que es la
hora del informativo en televisión. Ay. Disculpe, estoy leyendo los diarios,
pero esto ni hay que leerlo todo ni en secuencia particular: los
párrafos no son simples referencias, son estructuras que incorporan formas
espaciales de percepción y de conciencia. Oh. Perdone ¿qué decía? es
que se me ha roto la risa. Juegos de niños. Sí. Aquí. Estómagos contentos. Dos
mundos. Millones de mundos. Un ojo invisible mirándonos. Ja. No me creo nada.
Escribir no es vivir. Escribir es mentir. Escribir es imaginar. ¿Escribir es
dar? no, es recibir, lo que yo te diga. Escribir es escribir. Escribir es amar.
Escribir... Amar... Eso, sigan leyendo (me), les deseo paciencia para continuar
con esta lectura. Si escriben...que sepan leerles...que sepan que el
uróboros u ouroboros (del Griego "ουροβóρος") es un símbolo ancestral
que muestra a un gusano, una serpiente o un dragón engullendo su propia cola y
formando así un círculo. Según la Enciclopedia Británica, el Uróboros u
Ouraboros, es la emblemática serpiente del Antiguo Egipto y la Antigua Grecia,
representada con su cola en su boca, devorándose continuamente a sí misma.
Expresa la unidad de todas las cosas, las materiales y las espirituales, que
nunca desaparecen sino que cambian de forma perpetua en un ciclo eterno de
destrucción y nueva creación, al igual que representa la infinidad. ¿Ves?
Como un uróboro nunca desaparece mi gusto por escucharte, me hables de tejados
con aguas, de playas o de sentimientos. Me gusta acariciarte, ya sea la
espalda, un pecho o esa línea debajo del ombligo, tocarte, besarte, morderte,
abrazarte, hablarte al oído, reírnos desnudos, tapar tus ojos, lamer tu piel,
seguir hasta no sé dónde (“pero…bueno…”) , escuchar tus gemidos apenas
contenidos, ver tus ojos que chispean, notar que te descontrolas, que pierde
los papeles, que te abandonas, que te gusta, entrar en ti y desvanecernos
juntos, ignorar que al principio, sólo se fusilaba a hombres judíos,
pero partir de agosto de 1941, también a mujeres y niños: “No tenía derecho a
exterminar a los hombres y dejar que los niños crecieran y se vengaran de
nuestros hijos y nietos”. Suceden escenas increíbles. Himmler ordena a las SS
en Bielorrusia “arrojar a las mujeres judías a los pantanos”. Ellos notifican: ”No
tuvo el éxito esperado; los pantanos no son suficientemente profundos para
permitir que se hundan”. Ahí el viento gritaba María y no recuerdo si
en ese año había nacido pero tenía el LP “Are you Experienced” y a Gloria y a
Sol les horrorizaba y eso me hacía diferente por una parte y por otra me
preocupaba ya que no veía la forma de encontrar gustos comunes y no tenía
experiencia - creo que ahora tampoco- para sorprenderles con otras músicas ya
que estaba enganchado a Gerry and the Pacemakers y a Electric Prunes, entre
otros grupos y ellas eran más de Mina y “Ciudad solitaria” –todas las calles
llenas de gente están- y estaba Carmen que ni siquiera sé si le gustaba la
música y que ahora se ha vuelto amnésica según para qué cosas o soy yo el que
ha cambiado los recuerdos grises por azules y así no hay quién lleve un
riguroso estudio de lo que no era, aunque sigo intentando cenas nostálgicas,
reuniones en las que hablamos de todo y todo es esto y esto es nada y escribo
para, siendo el mismo, ser otro y salir a ver, a escuchar, a decir, a estar a la
sombra de un árbol y sentir la vida, así, toc, toc, con el corazón en una
canción de Jimi Hendrix, que no les gustaba a Gloria ni a Sol y que a mí,
entonces, sin haber nacido todavía, me hacía intuir un mundo diferente mientras
el viento gritaba María y Marshall McLuhan sonreía al decir que "El
explorador es un ser absolutamente ilógico. Jamás sabe en qué momento va a
hacer un descubrimiento extraordinario. Y la lógica es un término que carece de
sentido cuando se aplica al explorador". No explico nada. Exploro".
Esto no es ni siquiera un acercamiento al borde de una exploración, te lo digo,
no creas que se me han agotado las palabras, que mis fuentes del Nilo se han
secado, que no sé ya qué decirte. Puedo llenar pirámides con tanto como me
inspiras, con tanta pasión como levantas en mi alma, si me lo decía David
Hume: una razón evidente de que muchos no tengan un sentimiento
apropiado de la belleza es la falta de esa delicadeza de la imaginación
necesaria para ser sensible a las emociones más sutiles. Cada cual pretende
tener esa delicadeza, habla de ella y quisiera regular a partir de ella todo
gusto o sentimiento. No regulo mi delicadeza contigo, tentadora,
virtuosa, atractiva, monja, pecadora, con tu lado canalla, con tu lado oscuro,
con tu lado brillante, con tu represión, con tu comprensión, con tu curiosidad,
con tus deseos de ser tú, la que eres, la que no has podido ser, la que siempre
has sido, con tu dulzura, con tu cara B, con tu genio entre tanta suavidad, con
tu firmeza, con tu miedo, con tu fortaleza, con tu necesidad de que te quieran,
con tanto como eres, tú sola, sin necesidad de nadie, de demostrárselo a nadie,
tan sexy, voz mimosa, posturas provocativas, domesticadora de gallos, domadora
de tigres machos, tanto, que estoy de acuerdo con Pablo Antoñana en que escribir
aminora el dolor. Pero no mata el mal. Y el revés de la moneda es que el dolor
o sufrimiento gratuito de quién escribe produce inmediatamente un placer. El
escritor es un peregrino de lo absurdo, siempre estará insatisfecho, siempre
vivirá en la duda, en el desencanto y en la amargura del no es esto, no es
esto” y quizás no lo sea pero mire usted, vacíe los prejuicios que
sobre mí tiene como si fuese un crustáceo al que se come los adentros, un
centollo sabroso que fue y ya no es, míreme, doña, como a un hombre que
conociste hace ya y al que la vida, como a todos, transformó en este que es. Es
decir que somos y no somos, que fuimos y somos, los mismos pero otros. Y no
quiero dejarte aquí un revoltijo de sí pero no, sino de esto es, o algo así. Ya
no sé cómo, si tú estabas asomada en la proa del barco o si yo lo embarranqué
en algún arenal costero, sé que naufragamos. Aquí estamos, confundidos, en la
isla de desearnos con miedo, de sentir los gritos del alma, de la carne, de
querernos comer y no atrevernos. Puede ser que nos falten bendiciones, normas,
reglas, consentimiento moral, el libro que diga esto sí, que permita, el visto
bueno de quién no puede darlo. Puede ser que nos sobren ganas, de
principiantes, de ávidos vigías del placer, que pensemos, pienses, que algo tan
dulce deber ser malo por fuerza. Porque, ay, algo nos grita y nos impulsa, un
diablo nos tienta, nos tienta mucho, nos hablamos en susurros y el día
comienza, aún no ha amanecido, con promesas que esto es lo que tenemos, la
vida, las obligaciones, los secretos, este hilo tan frágil, tan fuerte, un
bramante que no podemos cortar aunque no nos convengamos, seamos amigos, primos
o habitantes del país de todas las ilusiones. Mis besos atraviesan las marismas
y se posan en tu frente, buscan tu boca, aunque las escondas, hasta que seas tú
y busques la mía, desvergonzada y tú, dueña de tus deseos y de satisfacerlos, deseo
del Otro y falta de ser:" No sólo hay que buscar (en el síntoma) el
significante inconsciente sino también la expresión del deseo que ese
significante elucida. La duración del deseo inconsciente es inextinguible; pero
el deseo está sometido a las figuras del significante. Material finito. El
inconsciente no está en lo recóndito, sino ahí en la intemperie del lenguaje.
"Et je me révéle dans le langage a travers l’Autre. " El Otro. El
lugar de Ya-Nadie. Inscrito en la demanda de amor: la falta de ser, cuyo lazo
es el Otro. El deseo inconsciente, el deseo del Otro. ¿Quién habla? El Otro. Wo
es war soll Ich werden dijo el Maestro Freud. Una frase célebre de difícil
traducción. "El yo debe desalojar al Ello", propone Marie Bonaparte.
"Yo debo advenir allí donde estaba el Ello", prefiere Lacan. Yo debo
advenir allí donde estaba el Inconsciente. El origen. Se escabulle un sujeto al
que nada puede satisfacer. Se vocifera que el Universo es un defecto en la
pureza del no-ser. Metáfora: ser. Metonimia: falta,” por eso esta
metonimia es que me faltas, son cortos los días, llenos de acasos e
incertidumbre, de gozo, de miedo, de pasar a planos desconocidos. También son
largos, mirando por la ventana, esperando que llegue quién quizás ni siquiera
ha partido. Esperamos lo que no tenemos, caminamos por senderos conocidos,
nadie va de excursión a la Luna, somos como somos y la única esperanza es
pintarnos el alma de verde. Bostezamos en la madrugada, nos miramos dentro
preguntándonos donde estuvo el principio y porqué seguimos vestidos de
esperanza. Somos como éramos y los viernes se retuercen entre vientos de cambio
y árboles mecidos por un fuerte viento del este. Un día hay nubes y otro
llueve, eso debe ser el paso por el desfiladero que salva las montañas del
miedo. Y no pasa nada, excepto este 2009 tan largo, tan lleno de ansiedad por
escuchar tu voz, te regalo este poema de Juan Antonio González Iglesias: Desde
que te conozco tengo en cuenta la muerte/ Pero lo que presiento no se parece en
nada/ a la común tristeza. Más bien es certidumbre/ de la totalidad de mis días
en este/mundo donde he podido encontrarme contigo. Bello, pero no lo
suficiente ¿qué demonios se necesita para sentir? ¿Saaabes? pregunta con gesto
lánguido la madre de la hija de un torero, una rubia oxigenada con cara
demacrada y nariz achatada mientras la audiencia sube ante tamaño sufrimiento,
es una víctima reciclada en triunfadora y “a por ellos, oé, a por ellos, oé”
gritan las masas mientras unos cuantos mocetones con camisetas uniformadas
saltan, se abrazan, se empujan, ríen, seguramente pensando en el dinero que se
están metiendo al bolsillo. Qué nivel, Maribel. País. ¡Viva la cultura! Y la
experiencia propia, como la de la escritora Mary Roach que en su libro Bonk
sobre la investigación científica de la cópula, se quiso aproximar tanto a la
ciencia que estudia el placer sexual que acabó metiendo un sensor en su vagina
para medir sus reacciones mientras veía una película porno. Sin
sensor, espero, ya no sé si es casualidad o intuición, pero te llamo por
teléfono y siempre te pillo en un antes, durante o después, quitándote las
medias, cambiándote de ropa para salir o porque entras, medio vestida, o en la
ducha, desnuda. No me lo digas, miénteme, di que estás con abrigo, con un gorro
de astracán. Ay, olvidas que he acariciado tu cuerpo, que te he besado sin
brújula, que me quedo extasiado cuando te abrazo, que sueño con estar acostado
al lado de tu cuerpo desnudo. Y Amy Winehouse y tú me decís que no, eso no, no,
no. Por eso Jean Baudrillard y yo debemos Recobrar la ilusión radical,
ya que la ilusión no tiene historia. La forma estética sí. Pero por tener una
historia tiene además solo un tiempo, y es ahora, sin duda, cuando asistimos al
desvanecimiento de la forma convencional, de la forma estética del simulacro
incondicional, es decir, en cierto modo, de una escena primitiva de la ilusión
por la que retrocederíamos a los rituales y fantasmagorías inhumanos de
culturas anteriores a la nuestra. Pero así, ¿dónde vamos? Tirar cabras
desde un campanario, ver películas codificadas, un campeonato de escupitajos, o
de quién mea más lejos, quién la tiene más larga, una carrera de zafiedad, una
increíble escalada del mal gusto, una competición de brutos, supervivientes que
adelgazan hasta no caber en sus bikinis de marca, comer carne cruda, rebozarse
en sus propios excrementos, programas extremos, emociones extremas, placer
inmediato, se nos ha ido la olla. “Anunga ranga, andaua, andaua” lo próximo es
la comunicación por gruñidos, ugh, grrrf, grrrf, brrhch. Ya en Corintios se
lee:cuando era niño hablaba y pensaba como un niño. Cuando me hice mayor
aparqué mi infancia. Y ya que estaba aparcada, ayer estuve en Rusia
con Javier. Hablamos y hablamos. Después vinieron M y otras muchas personas
conocidas. La tarde noche formó un tapiz de humanidad tan bello que regresé a
casa sintiéndome partícipe de la gran aventura de estar vivo. Aunque conocí
tantas historias reales que las que imagino aquí se quedan en cuentos para
niños y es tiempo para que Ana Rosetti y yo te recitemos al oído eso de dime,
en dónde, en qué avenida tus pies,/ por dónde el rastro, en qué sendero/Tus
piernas, esas cintas que el vello deshilacha / y en la ojiva, el pubis, manojo
de tu vientre,/la dovela./Crece en tu torno el gladiolo,/llave anal, violador
perenne,/ y tres diosas/quieren morder contigo la manzana./La negra mariposa se
entretuvo en tu pecho,/en la brizna más rosa ya tiernamente liba./Y tu rostro,
en lo alto, ignora todo el fruto/que tu mano contiene./ No lo ignores,
pero relájate que, sí, de tanto encogerte por frío y recuerdos malos te vas a
absorber por el ombligo y te vas a dar vuelta, una madeja de señorita, un
recuerdo de la chica que reía con la cara iluminada, de la mujer hacia la que
se volvían todas las miradas playeras, con burka o bikini, con pamela o con el
pelo al viento de no saber que estamos de paso, que la tensión se sube a la
cabeza y lo mismo se te va el santo al cielo y esto es un infierno imposible de
salir sin guía o báculo, sin mapa o piedras blancas dejadas por el último
caminante del bosque en que se convierten los pensamientos negros, esos que te
muerden algunas noches cuando dejas en la balanza que dos horas gozosas no
compensan semanas de espera de no saber qué, o quién, si ya todo está dicho,
escrito y ni te imaginabas que de una llamada iban a salir tantos problemas,
este agobio de un macho en celo, que no celoso, que te requiebra y quiere
prender la hoguera mientras tú aplicas extintores de sentido común y calma,
mordiéndote los hígados, ya lo sé, pero en tu puesto, digna como una abadesa de
un monasterio burgalés, estoica como una santa Teresa del Niño Jesús, señora
como la que más, estaríamos buenos si nos dejásemos llevar por nuestros más
bajos instintos, quiá, prudencia y serenidad, cilicios y codos en el pecho del
bailarín, distancia y alambres de espinos si hace falta, que no lo hará, pero
por si acaso, el amor en un pedestal, la amistad en una urna, nosotros
tonteando como chiquillos sin saber donde nos lleva y tú, ahora, dentro de un
rato, a yoga, a relajarte con Meyrowitz que se preguntaba: ¿Por qué y
cómo las tecnologías que crean nuevos vínculos entre lugares y personas pueden
llevar a un cambio fundamentalmente en la estructura de la sociedad o en el
comportamiento social? Y es que esta tecnología no impide que cambie
el viento de los días, hoy sopla fuerte, mal, torcido, raro, bullicioso, se
mete por las orejas, por la nariz, nos despeina el alma, nos llena de
presagios, de inquietud, de algo negro ahí sentado, esperando, inquietante, una
presencia intuida detrás de la pared del tiempo. Caminamos con la cabeza entre
los hombros, las manos en los bolsillos, la bufanda cubriéndonos la boca del
sentir, los pies esquivando los charcos de la tormenta interior. No quiero que
hoy sea una de esas veces porque no es extraño que John Cage dijera de
McLuhan: En sus escritos me gusta el modo en que salta de un parágrafo
al sucesivo sin un nexo lógico (...) deja un espacio, un intervalo que permite
al lector, estimulado, razonar por su propia cuenta. Saltando así
llegué a la conclusión de que esto es muy fuerte para la mente, en serio. Sin
decir nada del cuerpo, desmadejado y tenso, frío y caliente, lleno de
contrastes, mi cabeza luchando con mis muslos, con mis manos que acarician el
aire. No entiendo cómo se puede desear así. Y es que, Bella, cuando nos amamos,
de forma natural se juntan en ti la imagen de una niña ávida de sensaciones
nuevas, la mujer experimentada que me acaricia sin pudor, la hembra que gime,
la experimentada que selecciona posturas, la dulce que musita ternuras, la
recatada que junta sus muslos sin querer mostrar sus tesoros, la descarada que
obedece a mis dedos ansiosos que te surcan y tocan, que te llevan del espejo a
las sábanas, del borde de la cama a la almohada conteniendo tus pechos que beso
con tanta ternura que no sé cómo no me desmayo. También está la generosa, la
que me pide que goce con ella, que la disfrute, ay, sin saber que estar a su
lado, así, es el máximo disfrute, eres un regalo de los dioses, un privilegio,
un milagro de los que ocurren una sola vez en la vida, un problema para este
pobre hombre que sueña con besar tu cuello, seguir con mis labios hasta tu
ombligo y de ahí que sea lo que dios quiera. Pero tu NO de ahora es mi NO y uno
es un caballero –lástima- y me quedo con este velo de deseo en la garganta,
este cuerpo alborotado y la cabeza dando vueltas a los recuerdos de tu cama. Lo
peor es que te has vuelto mala y me tientas con voces tiernas, siguiéndome la
corriente, dándome alas para después cortarlas, dejando que me haga ilusiones,
doy un paso, dos y me cierras la puerta ¿Quién te ha enseñado estas cosas? ¿En
qué manual has aprendido? Seductora. Por eso con Marguerite Duras pienso
con frecuencia en esta imagen que sólo yo sigo viendo y de la que nunca he
hablado… Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. Para que no se haga
tarde y podamos regresar a casa -en eso andamos- por si os habéis aburrido de
este intento, lo seguirá recitando en la televisión un presentador con voz
gangosa, cada día más gangosa, está claro que este buen hombre ya no cree nada
de lo que lee, aunque si Pawels y Bergier piensan que las ondas magnéticas
atraviesan la Tierra ¿por qué no puede viajar un pensamiento? Si todos los
cuerpos emiten fuerzas invisibles, ¿por qué no pueden emitir un cuerpo astral?
Si existe una cuarta dimensión, ¿será ésta del dominio de los espíritus?.
Madame Curie, Crookes, Lodge, hacen bailar los veladores. Edison intenta
construir un aparato para comunicarse con los muertos. Marconi, en 1901, cree
haber captado mensajes de los marcianos. Simon Newcomb encuentra perfectamente
natural que un médium materialice conchas frescas del Pacífico. Un temporal de
irrealidad fantástica derriba a los buscadores de realidades. Eso es,
buscar realidades, lo decía Clarice Lispestor al principio de este intento
entre puentes: crear no es imaginación, es correr el gran riesgo de
poseer la realidad. ¿Lo es?
(Roberto Ferri)
5 comments :
Es largo y denso, y comme à l´accoutumé delicioso, ummm, ñam, ñam.
Por lo que seré larga y densa o ligera, lo de chiquitita (dímelo tú… je)
Podría empezar también con una cita de Hawks, Wilder, Lubitsch, Kurosawa, Bergman, Rommer, Renoir, Lang, Hichtcock (nah), o alguna de esos italianos tan Pasolini, Antonioni (Ay), Fellini, o una de Visconti, pero será finalmente una de O.Wells en la que dijo “el cine no es cosa mía es John Ford, John Ford y John Ford”.
Y ahí estamos, un tú, yo, nosotros, otros, en la multiplicidad de los que ya fueron, cosificándonos/decosificándonos, recosiéndonos en un encajar, desencajar ¿esto es de cajón? y el daguerrotipo siguiente llega con un flash, zoum, con aquella frase de Reyes “¿en qué piensas? justo antes del beso, el primero, ése, cuando me retiraba el cabello detrás de la oreja, y temblaba, ahora sé el significado de temblar como una hoja, entonces no, y él me preguntaba ¿tú me quieres? Y respondí sin vacilar que la vecina del quinto estaba vigilándonos y que ya mañana si eso, ya le decía, pensando en no sé ni lo que es querer, me quedaba grande, pero llevándome dentro de la piel, del olfato, todo aquel momento recogido con ternura en el pelo todo aquel olor a colonia que ya nadie dejaría en mi piel como aquella noche, cuando en sus brazos, rodeándome por la cintura ni pensé en nada, ni en la reprimenda de mi madre por dejarme besar por aquel chico que ni conocían ni era de buena de buena familia siquiera y encima en el portal de mi casa.
Sigo... (2)
P. Roth, no sé si era de buena familia tampoco, pero decía que” la peor de las lecciones que la vida puede dar es la que carece de sentido”, o como cuando hablando con Naomi le decía, “no pretendo convertirte en una burguesa, Naomi, si la cama te parece demasiado lujosa, podemos hacerlo en el suelo”, como también Teresa en sus últimas tardes también supo algo de aquello pero en Barcelona.
¿La crítica? Bah, uno lee, y entra, toma posición, y establece una barricada, yo suelo poner cuando leo el cartel de “por favor no molestar” no me hagan un resumen, no me lo aconsejen, déjenme llegar a esa librería, y oler unas cuantas tapas, me gusta dejarme ligar y descaradamente por un título, abrir páginas, tocar y recorrer con el dedo toda esa línea de libros con títulos, nombres y apellidos, decía J. Huston, “Los críticos no han conseguido nunca encontrar un tema unificador en mis películas. A decir verdad, yo tampoco”. Y no obstante cuando creamos es para que nos lean, nos vean, como tampoco hay nada ya de revolucionario hoy en nuestros actos o arrebatos de rebeldía creativos.
Roth también decía que “escribir (crear) te convierte en alguien que siempre se equivoca (por suerte, y qué bien!! Si no qué aburrido sería ser aquel que cree que crea algo sin haber creado nada – y esto lo añado yo- ). La ilusión de que algún día puedes acertar es la perversidad de seguir adelante”.
Nosotros nos creímos aquellos “hermosos vencidos” nos creíamos eso y en ese amor que destruye y construye, y acabamos rotos, a base de tanto remiendo, y es que no, no era eso, pero tampoco había que ser un cerebro ni un gilipollas para llegar a entenderlo, había que vivirlo, Grossman en “Tú serás mi cuchillo” inspirado en aquella frase de Kafka a Milena “el amor es que tú eres para mí el cuchillo con el que hurgo en mis entrañas” decide epistolarmente ser un amante de alma sin cuerpo encarnado en Yair, casado pero fiel quien comparte con Miriam, casada también, una relación que ella intentará traspasar con el cuerpo una vez ya le ha entregado el alma.
“Nos tenemos que limitar a existir entre nosotros” “Nunca me había encontrado con nadie en cuyas manos hubiera deseado tanto depositar mi alma, y en el que confiase ciegamente para que recompusiera mis pedazos rotos- “Puede que lo que te dije un día, que a mi entender, descubrirle a una persona algo de él mismo que desconozca es una gran muestra de amor” - “¿Se puede ser libre sin ser cruel?
Pero no, insisto el amor no era aquello, ni eso, ni esto, era y es el abandono del ser, su ligereza, su levedad, sus imperfecciones (Kundera), un dejar aparcada la razón en un parking público sin ponerle monedas al parquímetro sabiendo que caerá la multa, pero abriendo la vida, el deseo, la carne como en un morphing que impacta en un primer plano llamado instinto, y luego dejarlo que se derrita, sacar el corazón de cuajo, dejarlo desnudo a la intemperie, y besar, besarte, sentir aquellas gotas que traías desde la orilla para mojar mi ombligo, refrescando mis labios salándonos el deseo, las ganas, el sudor; sí aquello sí lo era, la infidelidad era otra cosa, era echarle aquel puntito de chile verde o de mole a las enchiladas, y luego sacar la lengua y relamerse, frunciendo el entrecejo mientras sonaba Sinatra A mi manera, mientras buscas y yo busco tu palabra hecha carne, verbo, pronombre, sinalefa, rompiendo los hemistiquios del alma corazón y vida, poniéndole una zancadilla a G Márquez y a Benedetti ya de paso, y sonrío. Y qué más dará esa caja tonta, y sus peleles tontos, porque creo que nadie sabrá leernos pese a todo y que sí, que nos pertenece lo que escribimos aunque no sea yo por mucho que se empeñen los que me leen la protagonista de todo lo que escribo, ni esa primera persona en singular que cuenta y abusa de un yo empático que le resulta divertido.
Sigo (3 y fin)
Es como ahora cuando digo: Y me abro entera, soy tuya, despójame de lunas y lunares, abandónate y penétrame como antes del exterminio mientras Wagner fallece y en mi sexo suenas tú, como una de los Beatles, y por mis pechos Lou Reed grita con Japlin lloviéndonos estos atardeceres. Polvo en el viento. Mas polvo enamorado.
Que la belleza no mira, solo es mirada, (Einstein) pero que es un reino muy corto, (Sócrates) pero este instante en que te bebo, te lamo, te como, te respiro y te veo en cada espejo en el desván de mis pupilas, es belleza, y ¿qué mejor lugar para un naufragio? Poeta de prosas, almas, luz (¿tenemos alma?) (¿luz?) que aletea con el viento de tu sonrisa a cañonazo limpio y a toda vela, a estribor, piratas, sendas que cobijan en sus ramas el frescor de un abrazo, apertura, canal, vida, esperanza, Casa verde, selva, vorágine, que la belleza como todo, es ante todo una emoción (Tahar Ben Jelloun).
Y crear… No sé dudo. Te dejo dos citas más:
La he creado del fondo de todas las cosas que me son más queridas, y no llego a entenderla.
Cesare Pavese
No pienso en términos de éxito, de recaudaciones, de números; sería la peor manera de proceder. Para mí, la única manera válida es crear, es encontrar una idea, enamorarse de ella e implicarse plenamente en su realización.
David Lynch
Un beso, alado, creativo, fabuloso, a un hombre grande, de esos que necesitan mayúsculas para escribirlos y pronunciarlos, (hey no mires para otro lado), sí a ti: TÚ.
La Zarzamora, estoy con lo del seppuku en un ratito me decapitas, zass.
Al salir deja bien cerrado el blog que ya no sé si tiene sentido.
Arigatou gozaimasu
Dou itashi mashite,
Pedro.
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