La sonrisa del ignoto marinero.
...Y por tanto decimos Revolución, decimos
Libertad, Igualdad, Democracia, llenamos con estas palabras hojas, gacetas,
libros, lápidas, pandectas, constituciones, nosotros, que esos valores los
tenemos conquistados y poseídos ya, aunque los hayamos visto también destruidos
o amenazados por el Tirano o por el Emperador, por Austria o por el Borbón. Y
los demás, que nunca han alcanzado los derechos más sagrados y elementales, las
tierras y el pan, la salud y el amor, la paz, la alegría y la instrucción, ésos,
digo, y son la mayoría, ¿por qué deben entender esas palabras a nuestro modo?
Ah, llegará el tiempo en que por sí solos conquistarán esos valores y entonces
los llamarán con palabras nuevas, verdaderas para ellos y forzosas también para
nosotros, verdaderas porque los hombres estarán enteramente llenados por las
cosas.
Vincenzo Consolo.-. La sonrisa del ignoto marinero.”
Vincenzo Consolo.-. La sonrisa del ignoto marinero.”
G ahora está aquí pero no está, no está nunca porque cuando parece que está no
está, porque alguien le mira desde fuera y es él mismo y sabe y no sabe y él
dirige la función y actúa como otro siendo él sin saberlo o sabiéndolo y vivir
así es algo tan, tan complicado. Envidia a esos amigos que le hablan de cosas
sencillas, que sonríen abiertamente, que son tan felices subiendo al Pagasarri por las
mañanas, paseando descalzos por la playa de su ocio. El televisor con
programas amarillos deja un ruido de fondo que no le da seguridad, nada es como
debe ser. Pasa las páginas de un libro en blanco, no acaba de encontrar las
respuestas y las preguntas se agolpan en la puerta, la golpean, escucha sus pezuñas
arañando la pintura, sus dientes mordiendo la madera, tiene miedo que acaben
entrando en su mente, que la arrasen y esta vez Orfidal y Prozac no será
suficiente. Ahí llegan ya. Muere devorado por su propia inseguridad, a
mordiscos, se come a sí mismo.
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