Carta antes de una despedida
Descender por el tacto a la raíz
de ti, memoria
húmeda de mi transito.
(Valente)
de ti, memoria
húmeda de mi transito.
(Valente)
Desde
el puerto roto por un huracán de estraza, con gaviotas, agitando labios y
párpados, con un pie en lo negro y otro en las nubes, queriendo morder una
despedida trabada en el paladar. La nave va si recuerdas mi sonrisa y mi voz
-lo que tú sientes como mi voz- acaricia esos filamentos hambrientos del
interior de tu pecho. No hay olas, no las ves, se deslizan por tu quilla,
inofensivas, invisibles. Pero si una pluma fría, solo una, cae sobre tu vigía
atenta, siempre encaramada en la frontera, entonces, ay entonces, los ejércitos
de la tormenta se alborotan, se levantan en armas las normas que siempre han
servido -¿o no han servido?- y se debilitan los cimientos con la humedad,
dudamos de los oasis y los escarabajos del cambio te muerden los dedos del
alma.
Hay
realidades simbólicas como la ausencia de alfombras, la coincidencia de fechas,
los espejos ahumados, la inquietud por la salud mental, transgredir la rutina
tan nuestra pero cien perros que no nos dan miedo aúllan y con él su propio
miedo y solo puedo enviarte mis cartas que tratan de ser diferentes, mis
sentimientos, que tratan de ser los mismos, mis caricias y besos que tratan de
ser balsámicos para tus otras necesidades y qué, pobre de mí, no puedo o no sé
o no debo proporcionarte.
Al
despedirte, justo en el umbral de un mar de chipi chapla de jibiones me llamas
amigo. Sería un tanto sarcástico que acabásemos siendo amigos, hasta cruel. Me
rebelo, respeto demasiado la palabra, no soy digno, lo siento, me pesaría como
una losa. Puedo ser un mal amante pero no podría ser un mal amigo. Podemos ser
amigos- insistes- y se cierran los tragaluces, se enfangan los caminos, las
escaleras se convierten en torrenteras por las que me deslizo remojado y
confuso, alterada mi percepción, ejércitos de enanos amarillos golpean la
delgada línea de la esperanza de dormir a tu lado, digo dormir y quiero decir
amar, digo amar y quiero decir morder tus labios, abrazar tu cuerpo añorado y
al cerrar la puerta se me ha quedado pillada la gabardina y aquí estoy, en la
escalera, de pie, esperando que vuelvas.
Que duro es el oficio de amante en estos tiempos de crisis.
4 comments :
Al leer su relato, Pedro, recuerdo aquello de lo posicional... pequeños detalles que a la vez que nos hacen un esquema de conjunto, se me rodean o subrayan, como cuando estudiábamos, sí? y surgen esas pequeñas bifurcaciones para abrir a otro temario y así...
En el primer párrafo nos cuenta lo que le pasa a la otra persona, y a mí se me subraya para consultar... "encaramada en la frontera", "pluma fría", "normas"...¿? Utilizo un subrayado fino y coloco un signo de interrogación. Al lado, una nota... "afirma, pero no sabemos... interpreta y cuenta él"
En el segundo párrafo, la nota me viene por una frase que me dijeron una vez y que anoto al margen, también a modo de apunte sobre los apuntes: "el miedo es algo que se infringe cada uno, uno mismo". La anoto en el ejercicio, ya le digo, de recordar la posicionaliidad y leerle con gusto y detalle, mimando sus letras.
El tercer párrafo no necesita que lo analice recordando la posicionalidad, es directamente una y es abierta y queda deliciosamente plasmada.
Y este comentario que parece tan serio... vuelve al inicio de su texto, lo lee sin lápiz en mano, con las pausas temporales de las comas, los puntos, la separación de los párrafos, hasta el final... y en el final, se me visualiza la escena e invita a que imagine qué haría la otra persona al verle allí, con la gabardina enganchada por la puerta... Es solo mi opinión, claro, pero imagino que la otra persona lo encontraría delicioso y se reirían ambos de la situación, risas de bocas y de ojos y de cuerpo, de complicidad y de entenderse en los altos y los bajos... en el volverse y en las cartas y en las posiciones que se suponen y en las comunicadas y en... todo... No sé, se me ocurre así, Pedro... Cualquier día me reñirá por tanto atreverme!
Un abrazo fuerte de dominguito mañanero.
* Anotamos el don de hallar imágenes como nadie a sus múltiples dones! qué ojo!
En estos tiempos de crisis y corrupción nada es lo que parece ni nada vale lo que se paga por ello.No obstante, ya es viejo el ultraje de llamar amigo a un amante.
Un abrazo.
Santa India de los Desamparados Casi Escritores en blogs perdidos en un mundo de aire, airados a veces, sorprendidos cuando alguien, tú, es tan generosa, tan tan, que te tomas el trabajo de no solo leer/me sino de analizarlo, desmenuzarlo, de encontrar incluso caminos por los que no sabía que había ido y tú sabes que eso es lo que tiene escribir, que no sabes, que te dejas llevar y crees que controlas el texto pero, ay, el texto no es tuyo, el texto se ha subido a tu frente, a tu nuca, ha trepado a tus dedos y te guía y ahí surge el milagro, otro (el primero es dedicar tanto trabajo, tiempo y esfuerzo a este estéril pasatiempo, digo estéril y soy injusto, desde que veo que ves ya está justificado, ya es necesario, ya es), que alguien, tú, dedique tanta sabiduría, atención y ese toque de cariño y qué daría yo por empezar de nuevo que cantaba una de Chipiona, que creo que sigo ahí, enganchado a esa puerta que se cerró de forma inoportuna y que es una imagen que escojo para cubrirme, para no escribir tan desnudo que todos sepan (si es que a alguien le puede importar) lo que pasa por mis dentros, seguro que lo pasa por otros dentros silenciosos, opacos, que vibran para los sordos y como sigas así me cojo el tren, un barco, voy nadando, algo y me llego a Cádiz y te busco por cada calle, playa o vaya usted a saber. Se me olvidó decirte que al empezar a escribirte me he quitado el sombrero. Muchas, muchas, muchas gracias.
De barro y luz, no hay crisis ni corrupción cuando se quiere de veras, que dice la copla, que ya sé que no te gustan las coplas, que qué les vamos a hacer, que es cierto, llamar amigo a un (ex) amante es de juzgado de guardia, sección 2, que el cariño verdadero ni se compra ni se vende.
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