Segundas oportunidades...
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
(Neruda)
Julia. 45 años. Tres hijos. Su esposo la asestó quince puñaladas. El alma y el
cuerpo lleno de cicatrices. Su ex esposo se ahorcó en la celda de la cárcel.
“Llevábamos
poco tiempo separados. Un día me abordó en el portal y me atacó con un
cuchillo. La policía le atrapó ese mismo día. Nunca piensas que una cosa así
pueda pasarte.”
Juan
Ángel. 29 años. Separado, un hijo. Tuvo un grave accidente de tráfico; sufrió
múltiples fracturas y traumatismo craneoencefálico, estuvo varios días en coma.
“Recuerdo la rueda de la moto girando mientras me
metían en la ambulancia. Después nada, no recuerdo nada. Me desperté cuando
todos me daban por muerto. Lo peor fue enterarme que mis piernas jamás podrían
andar. Cuando me dieron el alta y salí del hospital sentado en aquella silla se
me vino el mundo encima.”
Juana. 60 años, divorciada. Empresaria. Tuvo un cáncer de mama. Años después le diagnosticaron un tumor cerebral y le dieron seis meses de vida. Lo superó y pasado un tiempo sufrió un infarto. Tiene convalecencia permanente, problemas respiratorios y arritmia.
“Me miraba al espejo y no me reconocía”
Leo estos y otros casos en un periódico atrasado. Todos ellos hablan de esperanza. Han superado sus tragedias o han aprendido a convivir con ellas. Hoy es domingo y para algunos la sombra de las vacaciones de agosto planea ya sobre el ajetreado atardecer. Puedo contar también mi caso, mi batalla, mi aventura, pero esta es una página literaria (¿sí?) y no quiero mezclar las cosas. Estoy con la música masónica de Mozart, con Radamisto, con el “Fammi combattere” del Orlando de Handel (¿lo has escuchado?). En 1584 Juan de la Cruz escribió su “Cántico espiritual” dedicado a Ana de Jesús. Hasta 30 años después de su muerte no se imprimió su obra. 130 años después se produce su canonización. Aquí, con un poco de imaginación, cuatro frases, con imágenes construidas desde el sentido de esas propias imágenes, cumplo con el post diario y ¡alehop!, publicado. Espero que no me canonicen, que alguien lea antes estos absurdos intentos. Mis saludos.
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