viernes, 14 de febrero de 2014

Inercia 4. (Final con hikikimoris y Lucien Freud)



Es cierto, como alguien ha dicho,
que en un mundo sin cielo todo es despedida.
Muevas o no las manos diciendo adiós,
es despedida...
Y las palmeras inclinadas
sobre la laguna verde, brillante, y los pelícanos buceando
y los cuerpos resplandecientes de los bañistas que descansan,
son estadios de una extrema quietud, y el movimiento
de la arena, y del viento, y los movimientos secretos del cuerpo
son parte de lo mismo, una simplicidad que convierte al ser
en una ocasión para el luto, o en una ocasión
digna de festejo

(Mark Strand)



  Lucien Freud


Toda la serie Inercia dedicada a Omar Sharif, a Francis Chick y a Bill Frisell.

He aquí que esta serie de la inercia no daba para más pero. A la altura de mi escasa capacidad se baja por unas resbalosas escaleras de piedra, con verdín en los intersticios y somos tantos, tanto, que decir al unísono ah y que se entienda está dentro de lo no deseable. Dicen que mi cuento no se entiende, lógico, yo tampoco lo entiendo, no entiendo casi nada, por ejemplo. Cuando me hablan de una cifra superior a cien euros ya no calculo. Cuando algún entendido nos informa que hay 11.500 millones de páginas indexables -dice que 1,7 por cada habitante de este mundo pequeño - sé que no quiero entrar en casi ninguna de ellas. Cuando nos avisan que cada minuto se abren ingentes cantidades de nuevos blog´s es que me entran escalofríos. Cuando miro los libros, periódicos, suplementos dominicales, películas, discos, vídeos, whatsapp, canciones, fotos de instagram, mensajes, llamadas en el móvil, postales, cartas, citas con amigos, familiares, enemigos, etc, que se me acumulan, es que me entran ganas de marcharme al monte y vivir en una cueva. Cuando me siento al borde de una mirada no sé (ya) descifrar una lágrima, un pájaro, el gozo en el pecho. Cuando casi todo lo que leo me deja un regusto de que ya lo había leído, lo que veo me parece la misma película, lo que escucho, la misma canción -o peor-, lo que... un momento, o soy demasiado viejo o esto está mal enfocado. Recomenzamos. Cuando como en Casa Velay en Finisterre – por ejemplo- cada plato que degusto me parece tan delicioso como la vez anterior que comí ahí, o más. Cuando nado en el puerto de Elanchove siento el agua y la nostalgia acariciándome dulcemente todo el cuerpo, como siempre, como entonces. Cuando bebo el segundo gin tonic me gusta tanto como el primero y además veo colores que antes no. Cuando aquellos a los que amo me miran, me hablan, me tocan, cada átomo de lo que soy se excita y vibra y me deja en el cerebro -o donde se guarden las sensaciones- un calor maravilloso. Cuando amo a la que amo siento que estoy ahí arriba, que no puedo subir más, estoy por encima de las nubes del sentimiento, casi no puedo respirar por la pureza del aire. Cuando amo a la que amo siento que mi cuerpo es el suyo y que no conozco otra forma mejor de ser otro y yo y nosotros y es el ejercicio que –siempre- más me ha gustado, me gusta, practicar. Cuando sé que aún soy capaz de perder la razón, de descubrir otro continente, de lanzarme de cabeza a la hoguera, de correr por la ribera de mi propia capacidad física, sé que estoy tan vivo que me enorgullezco y salto y grito de pura felicidad. Cuando escribo estas cosas, cada día, pienso que qué pensarán los que lo lean -si alguien me lee, aunque las estadísticas, quizás solo miran las fotos- me conozcan o no, riesgo que tomo dejando delante la fachada glup 2.0 que obviamente no soy yo o sí –tranquilos, majos, esto va así, si te enfada no me leas- y tampoco es cosa de poner mi foto, mi dirección, mi cuenta corriente, bastante tengo con robar minutos a esos que decía. Vale, que´sto es un ejercicio de gimnasia rítmica y que entre lo que hay en el almacén –pase, pase, no se corte, hay confianza- puede usted -y usted, no se haga el despistado- encontrar de tó, la puerta está abierta y agradezco el tiempo que se toma, las críticas se aceptan y si me quieren invitar a comer también. Quiero besarles uno a uno y está decidido, no se pongan remilgosos. Voy p´allá.




2 comments :

bixen dijo...

¡Eres genial!

"No puede ser posible que estemos aquí para no poder ser."

Del capítulo 18 de 'Rayuela'

Pedro M. Martínez dijo...

Bixen, me encanta que me vaciles con citas de Cortázar. Guapo.

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