Inercia 4. (Final con hikikimoris y Lucien Freud)
Es cierto, como alguien ha dicho,
que en un mundo sin cielo todo es
despedida.
Muevas o no las manos diciendo adiós,
es despedida...
Y las palmeras inclinadas
sobre la laguna verde, brillante, y los
pelícanos buceando
y los cuerpos resplandecientes de los
bañistas que descansan,
son estadios de una extrema quietud, y
el movimiento
de la arena, y del viento, y los
movimientos secretos del cuerpo
son parte de lo mismo, una simplicidad
que convierte al ser
en una ocasión para el luto, o en una
ocasión
digna de festejo
(Mark
Strand)
Lucien Freud
Toda la serie Inercia dedicada a Omar Sharif, a
Francis Chick y a Bill Frisell.
He
aquí que esta serie de la inercia no daba para más pero. A la altura de mi
escasa capacidad se baja por unas resbalosas escaleras de piedra, con verdín en
los intersticios y somos tantos, tanto, que decir al unísono ah y que se
entienda está dentro de lo no deseable. Dicen que mi cuento no se entiende,
lógico, yo tampoco lo entiendo, no entiendo casi nada, por ejemplo. Cuando me
hablan de una cifra superior a cien euros ya no calculo. Cuando algún entendido
nos informa que hay 11.500 millones de páginas indexables -dice que 1,7 por
cada habitante de este mundo pequeño - sé que no quiero entrar en casi ninguna
de ellas. Cuando nos avisan que cada minuto se abren ingentes cantidades de nuevos
blog´s es que me entran escalofríos. Cuando miro los libros, periódicos,
suplementos dominicales, películas, discos, vídeos, whatsapp, canciones, fotos
de instagram, mensajes, llamadas en el móvil, postales, cartas, citas con
amigos, familiares, enemigos, etc, que se me acumulan, es que me entran ganas
de marcharme al monte y vivir en una cueva. Cuando me siento al borde de una
mirada no sé (ya) descifrar una lágrima, un pájaro, el gozo en el pecho. Cuando
casi todo lo que leo me deja un regusto de que ya lo había leído, lo que veo me
parece la misma película, lo que escucho, la misma canción -o peor-, lo que...
un momento, o soy demasiado viejo o esto está mal enfocado. Recomenzamos.
Cuando como en Casa Velay en Finisterre –
por ejemplo- cada plato que degusto me parece tan delicioso como la vez
anterior que comí ahí, o más. Cuando nado en el puerto de Elanchove siento el
agua y la nostalgia acariciándome dulcemente todo el cuerpo, como siempre, como
entonces. Cuando bebo el segundo gin tonic me gusta tanto como el primero y
además veo colores que antes no. Cuando aquellos a los que amo me miran, me
hablan, me tocan, cada átomo de lo que soy se excita y vibra y me deja en el
cerebro -o donde se guarden las sensaciones- un calor maravilloso. Cuando amo a
la que amo siento que estoy ahí arriba, que no puedo subir más, estoy por
encima de las nubes del sentimiento, casi no puedo respirar por la pureza del
aire. Cuando amo a la que amo siento que mi cuerpo es el suyo y que no conozco
otra forma mejor de ser otro y yo y nosotros y es el ejercicio que –siempre-
más me ha gustado, me gusta, practicar. Cuando sé que aún soy capaz de perder
la razón, de descubrir otro continente, de lanzarme de cabeza a la hoguera, de
correr por la ribera de mi propia capacidad física, sé que estoy tan vivo que
me enorgullezco y salto y grito de pura felicidad. Cuando escribo estas cosas,
cada día, pienso que qué pensarán los que lo lean -si alguien me lee, aunque
las estadísticas, quizás solo miran las fotos- me conozcan o no, riesgo que
tomo dejando delante la fachada glup 2.0 que obviamente no soy yo o sí
–tranquilos, majos, esto va así, si te enfada no me leas- y tampoco es
cosa de poner mi foto, mi dirección, mi cuenta corriente, bastante tengo con
robar minutos a esos que decía. Vale, que´sto es un ejercicio de gimnasia
rítmica y que entre lo que hay en el almacén –pase, pase, no se corte, hay
confianza- puede usted -y usted, no se haga el despistado- encontrar de tó, la
puerta está abierta y agradezco el tiempo que se toma, las críticas se aceptan
y si me quieren invitar a comer también. Quiero besarles uno a uno y está
decidido, no se pongan remilgosos. Voy p´allá.
2 comments :
¡Eres genial!
"No puede ser posible que estemos aquí para no poder ser."
Del capítulo 18 de 'Rayuela'
Bixen, me encanta que me vaciles con citas de Cortázar. Guapo.
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